Vivas señales de insatisfacción

Vivas señales de insatisfacción

El resultado de las pasadas elecciones, de éxito y satisfacción para muchos y de pesar y lamentos para otros, no resta visibilidad ni importancia a los problemas que más profundamente afectan la nación y a todos conciernen. Aquellos que tengan motivos para celebrar lo coyuntural que lo hagan; pero los liderazgos que optan con sentido crítico con poner dedos sobre llagas cumplen el deber cívico de reclamar impostergables soluciones. La inequidad fue demasiado significativa en el proceso que acaba de vivirse. Tres cuartas partes del accionar proselitista más costoso de la historia correspondió a un solo bando de los contendientes. ¿Y qué decir de las múltiples fallas y debilidades institucionales que las elecciones, per se, no resuelven?
¿Cesa ya la ordinaria ausencia de voluntad política para involucrarse con decisión contra situaciones estructurales que generan desigualdades sociales, ineficiencia estatales y trabas a la iniciativa privada o que postergan continuamente las medidas y políticas de gran alcance que servirían para controlar la delincuencia? ¿Vendrán ahora los pasos imprescindibles que propicien unos servicios judiciales que satisfagan a la ciudadanía y que pongan fin (y valga citar una sola calamidad) a impunidades como las que continuamente permiten a los peores criminales salir con facilidad de los cárceles? ¿Serán superadas las dudas sobre la independencia y apoliticidad de altas cortes y otros organismos?

Un mosquito que se resiste

Sobran los motivos para presumir que los virus del zika y el dengue  permanecen muy extendidos sobre el país a pesar de las campañas de erradicación del mosquito vector. Los pacientes con síntomas de estas enfermedades siguen acudiendo en alto número a los hospitales y autoridades de Estados Unidos dan fe de que la transmisión mayor que les llega de uno de esos males proviene de  viajeros procedentes de la República Dominicana. El coloquio por doquier  de la gente de a pie refleja preocupación por virus y asaltos. Pestes insistentes. Se suponía que muchos núcleos familiares estaban ya en la convicción  de que deben poner mucho de su parte contra la propagación del  Aedes aegypti. No ha sido así, por lo visto. La prevención, además, ha retrocedido por el colapso de administraciones municipales derrotadas en los  comicios: ciudades llenas de basura.

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