POR VICENTA VELEZ CATRAIN
Pase lo que pase y por difícil que se nos presentaren las situaciones, mantendré la fe en los revolucionarios verdaderos, en los comunistas, como los tengo en el pueblo, y en la victoria del socialismo.
Siete años después de la gloriosa gesta que dirigió en el 1965, Caamaño escribió esta frase reflexionado sobre la guerra de abril. Cuan lejos estaba de estos juicios, cuando invitado por el Coronel Fernández Domínguez acepta participar en la conspiración que este organizaba a los fines de reponer el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, y sobre todo por la necesidad de adecentar las fuerzas armadas y terminar con la corrupción generalizada en estas instituciones, principalmente en la Policía Nacional, situación que carcomía los cimientos del gobierno del Triunvirato y que tuvo su principal foco en las famosas cantinas que hicieron millonarios a la mayoría de los jefes del Ejercito, Marina, Aviación y sobre todo en la Policía, dirigida por Belisario Peguero.
Caamaño pasa de la Policía a la Fuerza Aérea, por los conflictos que se crearon y que llegaron a hacerse irreconciliables entre este y el alto mando de la institución a la que servía como comandante de una de las unidades represivas más beligerantes en aquel momento, los llamados cascos blancos.
El valor y el coraje exhibido por el pueblo dominicano en los combates del puente contra el CEFA, y en el enfrentamiento armado con el ejército más poderoso del mundo, donde asumió la dirección del pueblo en armas, como la expresión de un incipiente ejército popular de liberación, lo llevarían a convertirse en el líder de esas masas y a abrazar con profundo amor la necesidad de luchar por una mejor vida para ellos. Luego la guerra diplomática para mostrar al mundo la injusticia de una invasión contra un pueblo cuya única aspiración en ese momento era devolver el poder a un presidente democrático, elegido libremente por el pueblo y como una forma de volver a la constitucionalidad abortada por un fatídico y perverso golpe de estado con su secuela de corrupción y represión.
Las posteriores negociaciones con los títeres de la OEA, sus posiciones firmes ante la comunidad internacional, y su postura intransigente ante la bota invasora, le permitieron lograr un armisticio digno para el pueblo dominicano, de manera que a pesar de lucha desigual no fuimos vencidos, como diría en su discurso de despedida en el parque Independencia. Ese proceso corto en el tiempo pero intenso de luchar contra una potencia dirigiendo un pueblo en armas, se constituyeron en la principal lección política, en el aprendizaje de los métodos y sistemas de manipulación de las oligarquías criollas y el imperialismo para oprimir a estos pueblos y robarse el resultado de su trabajo. Son estas vivencias y este aprendizaje lo que lo reta a concebir un proyecto para un retorno al poder que le permitiera imponer una nueva sociedad, libre y justa donde se pudieran potenciar recursos humanos y naturales para construir una nueva Republica Dominicana.
Luego le tocó vivir un tortuoso exilio en Londres, donde se sintió perseguido, acosado, diariamente espiado, hecho que aumentó su firmeza y amplió su cosmovisión de los métodos y acciones de la que es capaz el imperialismo norteamericano en su lucha por impedir la autodeterminación de los pueblos del mundo. En Europa le es imposible iniciar un proceso de aglutinar y entrenar hombres y mujeres que pudieran convertirse en un ejército capaz de asumir la lucha por la conquista de poder, como una forma de iniciar las grandes transformaciones que necesitaba el país, por lo que empieza en la búsqueda de otros escenarios.
Comienza a valorar la lucha de los grandes pensadores revolucionarios del mundo, a estudiar los procesos políticos que generaron las guerras de liberación nacional que en ese momento se estaban librando en Vietnam, Laos, Cambodia y las revoluciones que se desarrollaban en el continente Africano. Su interés en armar un proyecto para liberar su querida Republica Dominicana lo lleva a Cuba, primer país socialista de América, donde su contacto con Fidel lo inicia en el conocimiento de los problemas que es necesario enfrentar para construir una sociedad con justicia social y sin hambre, hace contacto con las ideas de los grandes hombres que hicieron posible esa revolución y se fascina con el pensamiento del Che Guevara, de quien aprende las tácticas de la guerra de guerrillas, las cuales unidas a su sólida formación militar se constituyen en el principal activo de su planes futuros y asume las tesis del famoso guerrillero sobre la economía socialista, el socialismo en democracia y la participación del pueblo en el proceso de construcción de la nueva sociedad.
La estadía en Cuba le permite tener contacto con revolucionarios de todo el mundo de quienes aprende sus experiencias lo que consolida ese proceso de transformación política e ideológica, en este intercambio de experiencias son importantes en la implementación del proyecto de una expedición para liberar la isla de la influencia del imperialismo que había concebido desde antes de salir al exilio y en que debían participar la mayoría de los militares que lo acompañaron en la gesta de Abril. La traición de sus principales lugartenientes, quienes habían hecho el compromiso de enviar los mejores militares constitucionalistas al campo de entrenamiento en Cuba, lo obligo a un cambio de planes y organizar la expedición con unos pocos militares y compañeros de la izquierda que se integraron al proyecto y estuvieron en la disposición de seguirlo.
Caamaño ahora convertido en Román, un hombre nuevo, en proceso de una sólida formación política e ideológica, llegaba más allá de la liberación de la parte este de la isla, si no que planteaba continuar con los compañeros haitianos, para derrotar la dictadura Duvalierista, que liberara a este hermano pueblo de siglos de opresión, hambre y miseria.
Como principal confidente e interlocutora válida de sus aspiraciones, conocí de sus ideales de una América libre, unida y con autodeterminación. Todos sus esfuerzos se encaminaban a continuar el trillo trazado por el Che en las montañas de Bolivia, que era darle continuidad al sueño de Bolívar de una América fuerte, unida como una forma de mantener el equilibrio frente al Imperio representado por Estados Unidos y su política exterior basada en la doctrina de Monroe.
Desembarca un 2 de Febrero junto a 8 hombres en playas dominicanas, su verdadero ejército está en el pueblo, en aquellos combatientes que un día vio en el puente Duarte, dando su pecho para detener a los tanques, en aquellos que aprendieron de los que allí murieron y en la mayoría de los militares que lucharon junto a él.
La formación de este ejército de hombres y mujeres era algo esencial, debían aprender a defender a su pueblo despojándose de toda mezquindad, deberían comprender la dureza de la vida del campesino de este país, de los desposeídos que son la mayoría, y responder no con sermones, ni discursos, ni disquisiciones partidarias o ideológicas, si no con respuestas concretas y para ello busco el mejor lugar, donde era necesario responder con la vida, donde se aprende al andar y el que no anda, se queda simplemente detrás. Este escenario seria una especie de filtro para purificar al combatiente, purificarlos como el agua que sale de sus manantiales y luego llega a cualquier parte, a cualquier ser, pura y cristalina, en esas montanas donde se sembró para no morir jamás.
Hoy cuando América Latina se encuentra en un proceso de giro hacia gobiernos que dan pasos a la implantación de regímenes socialistas por la vía democrática, toman vigencia las tesis del socialismo en libertad que me expresaba Román, y su concepto de la necesaria participación popular en el proceso de construcción de un nuevo mundo, que argumentaba era el principal mecanismo y la única garantía para su implementación sin desviaciones, tanto en la Republica Dominicana y América, que me exponía con vehemencia. Estas ideas hoy muestran su vigencia y posibilidades de viabilizarse y convertirse en un sendero claro y preciso de construcción de una sociedad mas justa, donde se superen el hambre y la miseria y los recursos que generan las naciones se utilicen en mejorar las condiciones de salud, educación y bienestar de nuestros pueblos.
El giro a la izquierda que se avizora en América Latina y que se ha iniciado con el ascenso al poder de los socialistas coaligados con otras fuerzas democráticas en Chile, los avances que se están experimentando en Brasil bajo la égida del Partido Socialista de los Trabajadores y de la acertada dirección política del presidente Lula, las expectativas creadas por un EXTUPAMARO en la dirección del estado en Uruguay y la negativa del presidente de Argentina a dejarse llevar a las posiciones antinacionales de El Fondo Monetario Internacional a quien ha dicho no en todas sus pretensiones, el ascenso Evo Morales, un indígena y líder cocalero, al poder en Bolivia, son el ejemplo de que América camina los senderos trazados por Caamaño cuando en Abril supo pelear y negociar con los Yanquis, pero sobre todo porque supo decir no a sus pretensiones de una negociación en contra de los grandes mayorías de dominicanos.
Los avances alcanzados por el presidente, Hugo Chávez en Venezuela, quien igual que Cuba en pocos años ha podido eliminar el analfabetismo, la implementación de un agresivo programa de salud publica con cobertura nacional manejados por las mismas comunidades beneficiarias por medio del poder popular representado en los círculos Bolivarianos. Chávez ha incluido en la constitución Bolivariana la figura del poder popular como un mecanismo de asegurar la participación del pueblo en las grandes decisiones que involucran la asignación de recursos para el desarrollo de la nación y en manejo responsable de las relaciones entre los grupos sociales. El concepto Chavista de utilizar los recursos energéticos con que la naturaleza doto a su país, para mejorar las condiciones de vida de su pueblo y promover el concepto Bolivariano de una América unida, coincide con las reflexiones de Caamaño y vienen a formar parte de lo que fue el ideario Caamanista.
Hoy cuando la espada de Bolívar cabalga por los andes y navega por el Caribe demandando los cambios necesarios para mejorar la vida de sus pueblos, cuando su espíritu se posesiona en los hombres que están trabajando en la concreción de su ideal libertario y de una América unida, grande, en capacidad de exigir respeto y términos de igualdad en sus relaciones con los Estados Unidos, surgen como grandes colosos, como paradigmas de América Latina, las figuras de Ernesto Che Guevara, Augusto Cesar Sandino, Emiliano Zapata, Carlos Mariguela, Farabundo Marti, Inti Peredo y de todos los grandes revolucionarios que con Francisco Alberto Caamaño viven en la revolución bolivariana.
Estadía en Cuba
La estadía en Cuba le permite tener contacto con revolucionarios de todo el mundo de quienes aprende sus experiencias lo que consolida ese proceso de transformación política e ideológica, en este intercambio de experiencias son importantes en la implementación del proyecto de una expedición para liberar la isla de la influencia del imperialismo que había concebido desde antes de salir al exilio y en que debían participar la mayoría de los militares que lo acompañaron en la gesta de Abril. La traición de sus principales lugartenientes, quienes habían hecho el compromiso de enviar los mejores militares constitucionalistas al campo de entrenamiento en Cuba, lo obligo a un cambio de planes y organizar la expedición con unos pocos militares y compañeros de la izquierda que se integraron al proyecto y estuvieron en la disposición de seguirlo.
Caamaño ahora convertido en Román, un hombre nuevo, en proceso de una sólida formación política e ideológica, llegaba más allá de la liberación de la parte este de la isla, si no que planteaba continuar con los compañeros haitianos, para derrotar la dictadura Duvalierista, que liberara a este hermano pueblo de siglos de opresión, hambre y miseria.
Como principal confidente e interlocutora válida de sus aspiraciones, conocí de sus ideales de una América libre, unida y con autodeterminación. Todos sus esfuerzos se encaminaban a continuar el trillo trazado por el Che en las montañas de Bolivia, que era darle continuidad al sueño de Bolívar de una América fuerte, unida como una forma de mantener el equilibrio frente al Imperio representado por Estados Unidos y su política exterior basada en la doctrina de Monroe.
Desembarca un 2 de Febrero junto a 8 hombres en playas dominicanas, su verdadero ejército está en el pueblo, en aquellos combatientes que un día vio en el puente Duarte, dando su pecho para detener a los tanques, en aquellos que aprendieron de los que allí murieron y en la mayoría de los militares que lucharon junto a él.
La formación de este ejército de hombres y mujeres era algo esencial, debían aprender a defender a su pueblo despojándose de toda mezquindad, deberían comprender la dureza de la vida del campesino de este país, de los desposeídos que son la mayoría, y responder no con sermones, ni discursos, ni disquisiciones partidarias o ideológicas, si no con respuestas concretas y para ello busco el mejor lugar, donde era necesario responder con la vida, donde se aprende al andar y el que no anda, se queda simplemente detrás. Este escenario seria una especie de filtro para purificar al combatiente, purificarlos como el agua que sale de sus manantiales y luego llega a cualquier parte, a cualquier ser, pura y cristalina, en esas montanas donde se sembró para no morir jamás.
Hoy cuando América Latina se encuentra en un proceso de giro hacia gobiernos que dan pasos a la implantación de regímenes socialistas por la vía democrática, toman vigencia las tesis del socialismo en libertad que me expresaba Román, y su concepto de la necesaria participación popular en el proceso de construcción de un nuevo mundo, que argumentaba era el principal mecanismo y la única garantía para su implementación sin desviaciones, tanto en la Republica Dominicana y América, que me exponía con vehemencia. Estas ideas hoy muestran su vigencia y posibilidades de viabilizarse y convertirse en un sendero claro y preciso de construcción de una sociedad mas justa, donde se superen el hambre y la miseria y los recursos que generan las naciones se utilicen en mejorar las condiciones de salud, educación y bienestar de nuestros pueblos.
El giro a la izquierda que se avizora en América Latina y que se ha iniciado con el ascenso al poder de los socialistas coaligados con otras fuerzas democráticas en Chile, los avances que se están experimentando en Brasil bajo la égida del Partido Socialista de los Trabajadores y de la acertada dirección política del presidente Lula, las expectativas creadas por un EXTUPAMARO en la dirección del estado en Uruguay y la negativa del presidente de Argentina a dejarse llevar a las posiciones antinacionales de El Fondo Monetario Internacional a quien ha dicho no en todas sus pretensiones, el ascenso Evo Morales, un indígena y líder cocalero, al poder en Bolivia, son el ejemplo de que América camina los senderos trazados por Caamaño cuando en Abril supo pelear y negociar con los Yanquis, pero sobre todo porque supo decir no a sus pretensiones de una negociación en contra de los grandes mayorías de dominicanos.
Los avances alcanzados por el presidente, Hugo Chávez en Venezuela, quien igual que Cuba en pocos años ha podido eliminar el analfabetismo, la implementación de un agresivo programa de salud publica con cobertura nacional manejados por las mismas comunidades beneficiarias por medio del poder popular representado en los círculos Bolivarianos. Chávez ha incluido en la constitución Bolivariana la figura del poder popular como un mecanismo de asegurar la participación del pueblo en las grandes decisiones que involucran la asignación de recursos para el desarrollo de la nación y en manejo responsable de las relaciones entre los grupos sociales. El concepto Chavista de utilizar los recursos energéticos con que la naturaleza doto a su país, para mejorar las condiciones de vida de su pueblo y promover el concepto Bolivariano de una América unida, coincide con las reflexiones de Caamaño y vienen a formar parte de lo que fue el ideario Caamanista.
Hoy cuando la espada de Bolívar cabalga por los andes y navega por el Caribe demandando los cambios necesarios para mejorar la vida de sus pueblos, cuando su espíritu se posesiona en los hombres que están trabajando en la concreción de su ideal libertario y de una América unida, grande, en capacidad de exigir respeto y términos de igualdad en sus relaciones con los Estados Unidos, surgen como grandes colosos, como paradigmas de América Latina, las figuras de Ernesto Che Guevara, Augusto Cesar Sandino, Emiliano Zapata, Carlos Mariguela, Farabundo Marti, Inti Peredo y de todos los grandes revolucionarios que con Francisco Alberto Caamaño viven en la revolución bolivariana.