Vive sin ansiedad: un breve manual de instrucciones a seguir si la padeces

<P>Vive sin ansiedad: un breve manual de instrucciones a seguir si la padeces</P>

Prevenir

Angustia, sudor, aceleración del pulso y muchos nervios? Si esta es tu reacción frente a ciertas situaciones nuevas o imprevistas (un frenazo brusco, un ruido intempestivo, una primera cita, un trabajo, un examen, una decisión que tomar…), tranquilo, estás utilizando uno de los mecanismos naturales que tiene el organismo: se llama ansiedad y la tenemos todos. Se activa cada vez que existe una situación que el organismo traduce como una amenaza, encendiendo la luz de alerta.

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), esta emoción es una forma de adaptación que “surge cuando el individuo percibe una amenaza, con posibles consecuencias negativas, y lo obliga a estar atento”. El psicólogo especialista en ansiedad y autor del libro “Stop a la ansiedad”, Ricardo Roso, añade que “se trata de una respuesta automática, que se produce en nuestro cerebro más primitivo, el sistema límbico, cuando este interpreta que existe un peligro para nuestra vida”.

Cuando este peligro no es real “la ansiedad nos moviliza, nos ayuda a afrontar el problema y a buscar una solución”. Sin embargo, ya no hablamos de normalidad ni motivación cuando la ansiedad es excesiva y desproporcionada ante un peligro frecuentemente irreal. En este caso hablamos de trastornos de la ansiedad.

El National Institute of Mental Health ha descrito varios tipos de ansiedad:

Ansiedad generalizada: quienes la padecen suelen anticipar desastres y una cierta obsesión por la salud, el dinero o el trabajo. A los pacientes les cuesta concentrarse, relajarse y muchas veces se asocia a la depresión.

Crisis de pánico: sensaciones de terror que  llegan repentina y repetidamente. Es una ansiedad intensa, acompañada de palpitaciones, sudoración y mareos, cosquilleo en las manos e incluso dolor punzante en el pecho “parecido” al de un infarto.

Ansiedad por separación: es el miedo extremo a separarse o distanciarse de las personas y cosas que conforman el entorno más cercano. Es habitual  en los niños a la hora de adaptarse al  colegio o  que la madre trabaje fuera de casa. Desaparece con el tiempo.

Fobias.  No son únicamente miedo intenso, sino miedo irracional. Aparecen de reptente y tienden a hacerse persistentes con el tiempo.

Ansiedad social: quienes la padecen se sienten perseguidos y creen que todo el mundo se fija en ellos y los juzga.

Obsesión compulsiva.  Consiste en prevenir una situación preocupante con rituales, de forma repetida, como lavarse las manos desmedidamente.

La SEAS deja claro que “los trastornos de ansiedad se curan en un tiempo razonable, en la mayor parte de los casos. El tiempo de tratamiento no suele exceder de unos meses, dependiendo del paciente, etc.” pero para ello hay que acudir a un profesional y someterse a un tratamiento.

Este puede aplicarse con ansiolíticos, medicamentos que reducen los síntomas de la ansiedad; o mediante terapias psicológicas. Las terapias de relajación de la actividad fisiológica, que enseñan a las personas a relajarse, disminuir  la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente… 

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