Vive desde hace 15 años debajo de puente

Vive desde hace 15 años debajo de puente

Andrés Jorge, de 80 años, lleva unos 15 viviendo debajo del puente Jacinto Peynado, cerca del paso del metro. Se sostiene con lo que encuentra  en los basureros y de la caridad pública, después de pasar años cortando caña en la industria azucarera y  en la construcción. Cerca de el, debajo del mismo puente, “reside” una pareja de jóvenes.

Con 80 años, la mayoría  trabajando en la producción de caña de azúcar en La Romana, Andrés Jorge lleva casi 15 años teniendo por techo el puente Presidente Peynado, justo frente a la parada Máximo Gómez del Metro de Santo Domingo.

Pero Jorge no es el único, a pocos metros de su  refugio, Altagracia Peñaló y Leudy Guzmán Carmona llevan dos años entre piedras y cartones, a merced de la intemperie.

Andrés Jorge narra que pasó su juventud trabajando en la industria de la caña, en La Romana, de donde salió sin una pensión que le permitiera vivir “dignamente”.

Luego del descalabro de la industria azucarera se trasladó a Santo Domingo a trabajar en construcciones de edificios, pero debido a la carga de su  avanzada edad,  fue dejado fuera por los ingenieros y maestros.

En la última obra de construcción en que laboró fue el Banco de Reservas en la avenida Winston Churchill, de donde fue despedido  sin ninguna prestación. Parece que la vejez es un obstáculo y no una condición del ser humano,  que tiene que ser tomada en cuenta en un verdadero sistema de seguridad social.

Tomó la decisión de refugiarse bajo el puente Peynado  porque los pocos recursos que obtiene de la recolección de desperdicios no alcanzan para pagar siquiera una habitación.

Con lo poco que consigue en la calle no puede siquiera comer una vez al día, es una situación que lo coloca por debajo de la línea de la pobreza.

Cabizbajo y con sus  cansados  ojos, Jorge se conforma con ver rodar los vagones del más moderno sistema de transporte a menos de cien metros, ya que ni siquiera en la construcción del mega proyecto pudo conseguir trabajo, tras el alegato de los ingenieros de que “está muy viejo”.

Ante la imposibilidad de conseguir trabajo, Jorge se dedica a recoger botellas, cartones, sacos y envases plásticos en los basureros para poder sobrevivir en una sociedad que no le reconoció el aporte de sus mejores años  al Producto Interno Bruto (PBI).

Es padre de cuatro hijos, quienes viven en La Romana,  cada uno con su familia. Uno de ellos, el más pequeño, vivió varios años con él debajo del puente, pero luego se marchó en busca de mejor vida.

Un poco más adelante, Altagracia Peñaló y Leudy Guzmán Carmona llevan dos años debajo del puente, después de que fueran desalojadas de una pensión en la calle Ocho, próximo al mercado Nuevo de la Duarte, en la capital.

Su paupérrima condición no les permitió otro lugar.

De ahí que “escogiera” , no ellas sino las circunstancias, el puente como techo y los cartones como protección del aire frío que sopla desde el río Isabela, a poco de la modernidad.

Las claves

1.  Inseguridad

Andrés Jorge es el mejor ejemplo de la inseguridad social que existe en la República Dominicana, por más leyes y reformas que se pregonan.

2. El progreso

Desde su refugio debajo del puente que conduce a Villa Mella, Jorge ve pasar el progreso a muy poca distancia, el Metro de Santo Domingo, mientras sus aportes al Producto Interno Bruto  no alcanzaron siquiera para ser favorecido con una vivienda social de la que construye el Gobierno.

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