Viven y mueren hacinados

Viven y mueren hacinados

POR ODALIS MEJIA
«Así se vive y se muere en estos barrios» fue la frase que usó Rafael Rosario, terapeuta en adicción, mientras mostraba las condiciones de hacinamiento que imperan en amplios sectores del barrio Villas Agrícolas.

Y es precisamente aquí donde un equipo de personas, con el Padre Fermín Fermín de los Santos de la Parroquia San Mateo a la cabeza, ha iniciado una labor titánica: rescatar a los jóvenes de las garras de la violencia, la delincuencia y las drogas.

Este sacerdote, perteneciente a la diócesis de Santo Domingo, con sólo tres meses en Villas Agrícolas y una escasa ayuda de instituciones del gobierno, ha obtenido algunos logros como es la reinserción social de muchos jóvenes.

Le ha ayudado mucho su experiencia en otros barrios «calientes», como Capotillo, Villa Consuelo y Cristo Rey, donde logró que la Policía y los jóvenes trabajaran en la reparación de calles, escuelas y otros asuntos de interés para la comunidad.

Además, su «fórmula mágica»:  un poco de amor y elevación de autoestima han sido ingredientes principales para ayudar a estos jóvenes carentes de oportunidades, tal como explica Fermín de los Santos.

«Estos jóvenes son rechazados, tienen baja estima porque en sus caras le restriegan sus errores. Hay que levantarles la estima demostrarles que son importantes, que tienen valor, que cuando se pierde alguno de ellos se pierde un valor y que la sociedad los necesita, que Dios los creo y pagó con sangre por ellos», expresa de los Santos.

Señala que la mayoría de los muchachos que se encuentran en situaciones de violencia y delincuencia necesitan amor y cariño, pues para ellos la vida no vale nada.

Relata que el Día de Navidad un grupo de cinco jóvenes fue a la misa, ansiosos por encontrar alguien que los acogiera. «Los senté en primer asiento, les hice la procesión como si fueran ministros, les di importancia». Cuenta el padre que uno de ellos confesó frente a todos los asistentes que todos sus compañeros habían muerto en hechos de violencia y se encontraba solo. Ahora ese grupo asiste de forma regular a las actividades de la iglesia.

Pero ese trabajo no ha sido fácil, según cuenta el sacerdote, ya que al principio los muchachos los rechazan porque creen que serán denunciados a la Policía. Es entonces cuando comienzan a explicarles que sólo quieren ayudarlos.

«Hay que ir donde ellos están. En las esquinas más difíciles donde ellos están vamos y les hacemos una eucaristía, les hacemos espaguetis, les dejamos una bola de baloncesto y luego les damos seguimiento. Esto lo vamos haciendo en cada sector», explica de los Santos.

A esa labor se han integrado la Fiscalía y la Policía Nacional. Es una labor preventiva, ya que la idea es que no estén presos, sino que se inserten a la sociedad de forma positiva. Recientemente, seis jóvenes han sido internados en Hogares Crea para su recuperación de la adicción.

El sacerdote apostólico plantea su idea de que la Policía y los jóvenes dejen de confrontarse entre sí, sino que puedan integrarse. «Es feo ver la Policía enfrentándose con los jóvenes, yo le llamo a eso el hambre contra la necesidad».

SUS METAS

Fermín de los Santos es muy ambicioso, ya que además de recuperar jóvenes en condiciones vulnerables pretende que aprendan algún oficio. Para esto busca intensamente ayuda. Ha obtenido algunas becas para estudios de computadora e inglés, mientras que las promesas le llueven.

Justo al lado de la Parroquia San Mateo, un grupo de misioneras ha abierto un centro de capacitación gratuita denominado Abriendo Caminos, en el que se ofrecen cursos de electricidad, electrónica y costura.

Pero este sacerdote de accionar intenso también quiere acoger a ancianos y niños que no tengan hogar. «Quisiera que tuvieran un lugar donde puedan ir a comer, descansar, jugar, porque hay muchos ancianos que no tienen donde estar y se mueren de hambre y soledad», expresa tras anotar que tiene intenciones de crear un salón de albergue.

También quisiera prestar asistencia médica, para lo cual está gestionando el nombramiento de un médico en la parroquia, que preste servicios a las personas de escasos recursos.

OTRAS VOCES

Además del padre Fermín, otras voces claman en este desierto. Rafael Rosario y José Manuel de la Cruz son dos terapeutas que tratan la adicción por cuenta propia en el sector Villas Agrícolas.

Rosario, de 49 años, chofer de carro público, divide su tiempo entre el concho y las calles, callejones de su sector en rescate de jóvenes víctimas del alcoholismo y las drogas.

Durante 14 años ha estado haciendo lo mismo. «No quiero que otros sufran lo que yo sufrí», es el lema que sustenta su motivación. Junto a de la Cruz, de 41 años, trabajan intensamente en observación y asistencia en adictos. Actualmente monitorean cerca de 200 jóvenes.

Rosario explica que inician su trabajo dando asistencia a los que tienen mayor nivel de adicción, llevándolos a cualquiera de los organismos de rescate de adictos.

Mientras que de la Cruz narra que su inquietud nace tras padecer de adicción por algunos años. «Muchos jóvenes necesitan ayuda; cuando fui adicto quería ayuda de algunas personas y no la recibí. Por eso nos alegramos cuando encontramos personas como el padre, quien nos ha tendido la mano y nos ha puesto la iglesia a disposición para que llevemos algunas charlas. Es difícil encontrar en algunos sectores que algún sacerdote abra las puertas».

También resaltan el apoyo del general Luis Darío de la Cruz Consuegra, de la Policía Comunitaria.

Rosario y de la Cruz  consideran que la falta de oportunidades y condiciones lleva a los jóvenes a perderse en los vicios y la violencia, ya que en Villas Agrícolas no realizan ningún tipo de actividad artística ni cultural, por falta de espacios para su esparcimiento. Entre sus metas están extender las terapias a nivel ocupacional mediante la cual los muchachos puedan capacitarse y realizar algún oficio.

Rosario y de la Cruz buscan, además, lograr una calle peatonal para ser convertida en un centro para la recreación, además de dos canchas móviles «porque aquí no hay un parque, al contrario muchos colmadones que abren a las 12:00 de la medianoche hasta la mañana».

Confían que junto al padre Fermín harán un mejor trabajo por la disponibilidad que tiene este sacerdote. «El padre va donde ellos y se involucrar con ellos,  y eso los hace crecer»,

Relatan como un gran logro que en estas Navidades no mataron a  nadie. «Fue increíble estuvimos en la calle con los jóvenes hasta la madrugada evitando cualquier pleito».

Hasta ahora estos hombres de buena voluntad no han encontrado resistencia en el barrio de Villas Agrícolas en la búsqueda de tesoros perdidos. Y es que como narra José Manuel su filolosía se basa en ayudar, que cómo define, «es la acción humana para demostrar amor o interés por otra persona no importa quien sea».               

TESTIMONIOS

Starlin Francisco Méndez,  de 19 años, confiesa haber vivido en una ambiente de violencia. Una vez intentó suicidarse. Ahora él es uno de los que trabajan con el padre Fermín para rescatar otros jóvenes a quienes exhorta a buscar ayuda y que no se detengan por el rechazo que puedan sufrir. «Es bueno que sepan que tienen alguien que se preocupan por ellos».

Este joven estudiante de cuarto de bachillerato dice que lo más importante que le ha enseñado el padre Fermín es autovalorarse positivamente a «sentirse bien con ellos mismos».

José Joel Fernández, de 20 años, lo que más valora «es que me tratan como persona. Cuando uno encuentra personas que te hablan eso es muy bien si nadie te habla en la comunidad y a nadie le interesa tu vida tu eres una escoria, pero si te aconseja es porque quieren tu bien».

Yovanny Sánchez, de 23 años, en forma entrecortada y tímida, dice que desea que su barrio se ponga «bien» que todo esté organizado. «Yo se que se va arreglar porque hay gente buena aquí que quieren eso. Me siento bien porque es una ayuda para todos». Luego le pide dinero a Rosario para su desayuno.

Ante una sociedad en detrimento y corroída por la violencia aparecen pocos como el padre Fermín u otros como  Rafael y José Manuel. También persiste el miedo de muchos personas que mantienen su desconfianza y adversidad  hacia algunas esferas sociales.

Muchos Jóvenes de Villas Agrícolas,  han iniciado un acercamiento tímido hacia las actividades que organiza el padre, pero temen cualquier represalia de parte de la Policía, tal como narran algunos que no quieren dar su nombre por temor a «calentarse».

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