Vivencias,

Vivencias,

Bebiendo a solas con la Luna
De una olla de vino, entre las flores,
Bebí a solas sin compañero alguno.
Levantando la copa, le pedí a la brillante Luna
Me trajera mi sombra y nos hiciera tres.
La Luna no puede entender mi forma de beber,
Mi sombra prosigue su silencio donde ella vaya.
La Luna acompaña temporalmente a la sombra,
Aprovecho la oportunidad para darme alguna alegría.
La luz de Luna deambula mientras canto,
La sombra flota a lo largo mientras bailo.
Disfrutando la amistad mientras estoy despierto,
Su compañía termina mientras estoy borracho.
Permítenos ser amigos para siempre,
Nuevamente nos encontrarnos en el vasto cielo.
Li Baii (701-762), poeta de la dinastía Tang

El pasado 8 de septiembre, ¡otra maravillosa coincidencia!, el pueblo chino en todo el mundo celebró el Festival Medio de Otoño. Según la tradición, es la ocasión para que todos los miembros de las familias se reúnen para admirar la luna llena y las cosecha. Disfrutan comiendo pasteles de luna, que dicho sea de paso, son bellos pero no me gustan.
Cuenta la tradición que este festival se asocia más con la leyenda de Chang E en la antigüedad. Ese festival a través de los años ha inspirado a los poetas chinos de ayer y hoy. La luna brillante les motiva para expresar sus alegrías y penas, sus tristezas por la mala cosecha, pero sobre todo sus esperanzas para que el año siguiente los resultados sean mejores.

La luna brilla en frente de mi cama,
La tomé por escarcha encima de la tierra.
Levantando mi cabeza, miro la brillante Luna,
Inclinando mi cabeza, me encamino a casa. Del poeta Li Bai.

Una lástima que aprendiera sobre el festival de la luna hace poco tiempo. De niña, papá celebraba esta fiesta en la casa, pero no me preocupaba la razón de la festividad, sino el motivo de juntarse en familia mientras hablábamos a gritos, comíamos hasta la saciedad. Desde entonces, el pastel de la luna, siempre me pareció hermoso, pero mi mentalidad fundamentalmente occidental me impedía, e impide todavía, asimilar un huevo hervido en medio de un pastel dulce. No he podido asimilar esta extraña combinación. Solo lo contemplo y admiro a quienes se atragantan disfrutando el sabor de tan insólito postre.

Una lástima también que empezara a conocer la cultura china tan adulta. Mi cerebro moldeado con la estética de occidente me impide la mayoría de las veces encontrar el ritmo y la belleza de su poesía y su música. La estridencia de los acordes musicales chinos rompen mi tímpano y mi paciencia. A veces me he obligado a escucharla y termino agotada del esfuerzo. Lo mismo me ocurre, pero en menor medida, con la poesía. Es posible que la traducción no le haga el honor necesario para encontrar la cadencia y la belleza de estos poemas. Sin embargo, a pesar de mi resistencia a conocerla, me he obligado a leerlo a través de los años. Incluso hice una serie de artículos sobre la poesía china el año pasado. Pero aún sigo con mi resistencia inconsciente a encontrar la verdadera poesía en los poemas chinos, y aquí recurro a la posición del inmenso Octavio Paz, que decía que existían muchos poemas que no tenían poesía, es decir, inspiración y alma.

Hurgando encontré algunos poemas tradicionales chinos escritos a propósito de la contemplación de la luna en las noches especiales del «Festival Medio de Otoño». Este singular evento, como dijimos, ha inspirado por siglos a los poetas chinos. Uno de ellos era Du Fu, gran amigo de Li Bai. A diferencia de su amigo, no vivió el glamur de la corte, aunque sí fue funcionario por poco tiempo. Por su actitud crítica sufrió los rigores de su posición. Por esta razón vivió sus últimos años en la más completa miseria.

A pesar de vivir marginado y de pasar hambre, escribió toda su vida. Al morir, sus escritos trascendieron su tiempo y su espacio. Sin saberlo, se convirtió en unos de los más grandes escritores de la historia de China, que ha influido a muchas generaciones a través de los años. Sus poemas, la mayoría inspirados en la luna brillante de los Festivales del Medio Otoño, tienen, como es de suponer, la estética china, de especial entonación y ritmo.

Noche iluminada por la luna
La Luna está sobre Fuzhou esta noche,
Mi esposa debe verla a solas en nuestra habitación.
Lamentablemente, pienso en mis lejanos hijos,
Son demasiado jóvenes para entender mi ausencia y recordar el momento en Chang’an.
Su cabellera es húmeda por la niebla fragante,
Y sus brazos de jade blancos se enfrían en esta luz de Luna clara,
¿Cuándo vamos a apoyarnos juntos en la ventana abierta,
Mientras nuestras lágrimas se sequen a la luz de la Luna?

Pensando en hermanos en una iluminada noche de Luna
Los tambores del ejército disuaden que viaje la gente.
A un ganso se le escucha en la fronteriza zona del otoño.
El rocío se congelará a partir de esta noche.
La luz de la Luna parece más brillante en mi Patria.
Todos mis hermanos se separan el uno del otro.
No hay lugar para preguntar si están vivos o muertos.
Las cartas que enviamos no han sido recibidas.
La lucha continúa todavía.

Releyendo los poemas me doy cuenta, quizás también porque cambié de actitud y abrí mi mente y mi corazón, que estos poemas chinos de Du-Fu poseen una exótica belleza, y al leerlos pude ver el rocío, sentir la tierra húmeda y los rayos tenues de la luna.

¡Encontré poesía en esos poemas! ¡Aleluya!

Entonces me sentí tranquila de poder finalizar este Encuentro con una actitud distinta hacia las expresiones culturales de la cultura de mis ancestros. Me sentí feliz de poder disfrutar los poemas de la China antigua, de sus poetas y sus poesías. En China como en el Caribe, Europa o África existirá siempre el cantar de los hombres y mujeres que expresan a través de versos sus esperanzas, sus sueños, sus anhelos, sus frustraciones y sus amores e ilusiones; porque chinos, mulatos, negros o blancos, la sensibilidad humana ha sido, es y será siempre universal y eterna. A Dios gracias.

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