¿Viviendo los finales?

¿Viviendo los finales?

ÁNGELA PEÑA
Las catástrofes ocurridas en los últimos meses tienen a mucha gente consultando profecías, preludiando realidades dolorosas, preguntándose cuál será el presagio oculto tras estos terribles acontecimientos. Algunos los ven pasar seguros y calmados, como si hubiesen estado esperando el cumplimiento de vaticinios específicos. Otros se angustian imaginando lo peor y están los que se mantienen incrédulos, indiferentes, despreocupados. La precaución no es, precisamente, la seña de identidad de los dominicanos.

En la República Dominicana y el mundo, empero, los estudiosos de predicciones hacen conjeturas, sacan sus viejos libros proféticos, comentan pronósticos, dan la razón a añejas declaraciones de famosos clarividentes y son pocos los lugares donde el tema obligado no sea los recientes cataclismos, porque el ser humano ha tratado siempre de averiguar incesantemente lo que sucederá mañana, aunque le tema.

El veintiséis de diciembre de 2004 ocurrieron el terremoto y el tsunami que tuvo su epicentro en la región de Band Achem, en Indonesia; el nueve de enero de 2005 un temporal que alcanzaba los doscientos kilómetros azotó Escocia, Suecia, Dinamarca y el norte de Europa, dejando alrededor de veinte muertos. El once de enero un temblor sacudió California y un deslizamiento de tierra mató varias personas y sepultó a una madre con sus dos hijos en el lugar denominado La Conchita.

Por otro lado, lluvias torrenciales aislaron más de trece mil familias en Costa Rica y Panamá. El diez de enero un fuerte sismo estremeció la región nordeste de Irán; Las Vegas fue prácticamente enterrada por una nevada y el mismo día un incendio arrasó con furia alrededor de cuatrocientos mil hectáreas en Australia. En igual fecha, un deslizamiento de tierra, acaecido en la Cordillera Central, impidió el tránsito por la carretera que une Luperón con Puerto Plata mientras los constantes derrumbes amenazan con la pérdida de casas y terrenos de sus moradores.

Para colmo, don Francisco Álvarez Castellanos denunció que la playa de Boca Chica podría estar hundiéndose pues hace algunos años tenía por lo menos sesenta metros de ancho que se han ido perdiendo por decenas.

¿Qué presagian estos pavorosos sucesos? Hay quienes refieren al Código de Dresde que afirma que el fin de la era presente será el veintidós de diciembre de 2012. El pronóstico figura en el libro Las profecías mayas, de Adrian M. Gilbert y Maurice M. Cotterel, que integran la colección de la que es tal vez la única biblioteca especializada en esos temas que existe en el país, cuyo propietario es don Ramón Lorenzo Perelló, apasionado estudioso de estos fenómenos.

Allá se encuentran también las obras sobre Edgar Cayce, llamado «el profeta durmiente» y en una de ellas, la escrita por Jess Stearn, se reproduce la predicción que hizo de la desaparición o destrucción de Alabama, Norfolk, Nueva York, por una guerra o un terremoto, en el 2100.

Se asegura que en el siglo XXI «ocurrirán tremendas catástrofes debido al cambio del eje de la tierra» y que al mismo tiempo se extinguirá la generación de la presente era. ¿Este rosario de desastres anunciará el final como lo presagiaron los mayas en el Códice de Dresde? ¿O se equivocan los agoreros?

¿Tendrá la razón el famoso profeta argentino Benjamín Solari Parravicini que anunció que a partir de 2002 se iniciaría un nuevo tiempo, en el que Jesús retornaría de nuevo a la tierra para sembrarla de luz y de amor?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas