Vivimos en la opacidad

Vivimos en la opacidad

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Todo seguirá tan opaco como para el que sufre de cataratas, porque cada quien sigue sus impulsos propios, aún cuando disfrutamos de libertad, la opacidad no permite ver la protesta de los “sumergidos” y la miseria campea por doquier y hasta la oposición solo se recuerda de los miserables cuando estamos inmersos en los procesos electorales, es que nos sobran miserables y nos falta Víctor Hugo. La pobreza de hoy no es como la de los hippies, porque la de éstos era voluntaria, era una forma caprichosa de vivir. Los que duermen en los bancos de los parques o en solares baldíos o  en los cementerios, son los indigentes que recorren las calles de nuestras ciudades, porque ya no creen ni en el cielo, los que se van en yolas o de polizontes son una denuncia permanente de lo que sucede en nuestra sociedad.

Pero cuando la “extrema necesidad y la extrema necedad se dan la mano” un hombre muere de hambre en cualquier sitio, y un Banco es atracado, o un joven se lanza al tráfico de drogas, es apresado, y, solo nos fijamos en los titulares de los periódicos, pero permanecemos indolentes encasillados, silenciosamente callados, sin decir nada, pero cuando la enfermedad de la desesperación nos toca a un familiar, entonces queremos hacer algo cuando ya es tarde. Entonces el corazón nuestro sí se encoge, pero al cabo de un tiempo volvemos a nuestra vieja actitud, solo volvemos a reaccionar cuando un asalto llega a nuestra propia casa. Es que todos somos igualmente culpables. Todavía no hemos aprendido a razonar.

Hay gentes que se afanan al decir que nuestros pobres son menos pobres que los de otros países, porque navegan en los dineros fáciles obtenidos sin mucho esfuerzo ó sin ninguno, pero la verdad es que hay más pobres que nunca y aumenta el desfile de poderosos que despilfarran hasta lo que no es de ellos ¿Quién entiende esto? Lo que sucede es, que hay gentes paupérrimas, que viven en la peor de las miserias imaginables, próximos a nosotros, pero que no hay peor ciego que el que no quiera ver, y aturdidos y deslumbrados por una sociedad superflúa y absorbente, no logramos ver lo que nos arropa, es que hay tantos lujos a la vista y los créditos abultados del dinero plástico, parece que nos pone una venda nada transparente. La sociedad de hoy, requiere atención y solidaridad, empecemos por poner los pies firmemente sobre el suelo.

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