Vivimos en la opacidad

Vivimos en la opacidad

1 de 2
Con motivo de la crisis que azota al país, en todos los medios de comunicación diferentes personas han externado sus opiniones en busca de soluciones adecuadas, pero ninguna de estas, hasta donde tenemos conocimiento, se han preocupado por hacer una evaluación de la “economía sumergida” que existe desde tiempos inmemorables, tiempos estos que han  evolucionado como consecuencia de las nuevas tecnologías, por ejemplo, cuando la Revolución de Abril del 1965, los “sumergidos” vendían cigarrillos americanos, perfumes, radios y hasta joyas que adquirían de manos de los invasores.

Hoy venden cintas para casettes y videos pirateados y ropa nueva y usada y ponen puestos de frutas en las aceras de las principales avenidas de Santo Domingo o tienen chimichurris donde cocinan distintos tipos de alimentos. Es que “el progreso no tiene fronteras y, por sí mismo no paga el impuesto de radicación”; es que los informales no se andan con bromas y es la demostración más evidente de protesta de la Sociedad contra el Estado. Es una lucha pertinaz que da respuesta a la falsedad de los genios caducos o caducados de los equipos económicos de todos los gobiernos.

La creación de todo Estado moderno, en todas partes del mundo es representado por una sanguijuela, porque el hombre  de hoy cede resignadamente ante el empuje de una máquina de impuestos que solo beneficia a un gigantismo estatal. En el mundo de hoy, de seguir las cosas como van  y en nuestro país en particular, la sociedad va necesariamente a la muerte por anemia y el Estado del mal de San Lázaro. Lo que sucede es que a los partidos políticos, solo les interesan los hombres de la cúpula y atienden a las bases durante las campañas electorales. Sin embargo, el pueblo llano ve el mundo desde otra óptica y un día su protesta tendrá la violencia que envuelve en sangre toda una nación. Cuando esto suceda, surgirán las lamentaciones, porque el instinto popular se hizo justicia por sí mismo. Y la prensa-periódicos,  radio y TV aun siendo las fuerzas más alertas, son impotentes para hacer variar las cosas, muchas veces, por falta de coraje. Y entonces todo seguirá tan opaco como para el que sufre de cataratas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas