Vivimos en una sociedad conservadora

Vivimos en una sociedad conservadora

POR JESÚS DE LA ROSA
La sociedad dominicana de hoy es mucho más conservadora de lo que pensamos. Esto se puso de manifiesto en los resultados de una encuesta sobre cotinianidad y cultura en la República Dominicana que realizó el Centro de Investigaciones Sociales y que fueron publicados en el semanario ¨ Clave ¨  en su edición correspondiente al jueves 16 de marzo del año en curso; también, en la reacción de líderes congresionales y comunitarios ante la figura jurídica de la libertad sexual contemplada en el proyecto de ley que busca reformar el Código Civíl;  y en la forma y manera en como reaccionaron algunos líderes de opinión pública frente a los paros y otras manifestaciones de protestas ocurridas a mediados del mes pasado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

El rasgo conservador que nosotros le atribuimos al colectivo de nacidos en este país  se expresó una vez más en los resultados de una encuesta de la firma  Hamilton realizada entre el 3 y 7 de marzo del año en curso a instancia del periódico Listín Diario  y que fueron publicados en ese matutino en su edición correspondiente a la misma fecha en que fueron publicados los resultados de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociales. De acuerdo con este último escrutinio, el presidente Leonel Fernández es la figura pública que cuenta con la más alta aceptación entre los ciudadanos del país con un 60% de opinión favorable y un 36% de desfavorable. Pero, ¿ imagina usted amable lector quién está colocado detrás del mandatario peledeísta? Nada más y nada menos que el ex jefe de la Policía Nacional durante el gobierno del cuatrenio perdido el célebre general retirado Pedro de Jesús Candelier, quien, de acuerdo con esa encuesta, goza de la aprobación del 58% de los ciudadanos con un rechazo de 32%.   

Los resultados de la encuesta que llevó a cabo el Centro de Investigaciones Sociales que fueron publicados en el semanario Clave reveló, entre otros datos, que más del 60% de la población dominicana repudia a los homosexuales; no desea tenerlos como vecinos; y se muestra en desacuerdo con las uniones entre homoxesuales y lesbianas.

En ese mismo escrutinio se puso de manifiesto que una mayoría de los dominicanos y dominicanas no quiere tratos con ciudadanos haitianos.  

Sectores influyentes de la sociedad dominicana no reparan en manifestar su apego a los usos y costumbres del pasado.

Nuestros líderes políticos y comunitarios, y nuestros pastores interpretan la figura jurídica de libertad sexual como una acción permisiva dirigida a posibilitar la unión entre parejas de homosexuales y lesbianas, algo   que consideran insólito en una sociedad tan conservadora como la nuestra  de muy arriegados principios familiares. 

El  doctor Rodolfo Espiñeira, quien al momento de yo escribir esta crónica ejercía interinamente el cargo de Procurador General de la República,  considera que la sociedad dominicana no admite la libertad sexual; en tanto que el comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia, doctor Alejandro Moscoso Segarra, considera que, para evitar confusión, debe de eliminarse del proyecto de reforma del Código Civiíl la figura jurídica de la libertad sexual.

¿Cuántos clubes nocturnos de homosexuales y lesbianas operan en la ciudad de Santo Domingo y en otras localidades del interior del país?

¿Cuántos programas de televisión parecen dirigidos a resaltar la figura y las cualidades del homosexual?

Si en nombre de la libertad  de reunión y de opinión aquí se permiten aglomeraciones, fiestas, programas de radio y de televisión centrados en manifestaciones de homosexuales y lesbianas, ¿ porqué no habrá de permitirse uniones entre parejas del mismo sexo?  

¡Los escrúpulos de María Gargajo!

Aquí, los de la cisma se sienten molestos ante el hecho de que los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo observen los mismos patrones de comportamiento que los estudiantes universitarios  de otras latitudes; e inconformes  porque la Universidad estatal esté organizada y gerenciada al estilo de  cualquier otra universidad pública  de América  o de Europa.

Recientemente, esos mismos sectores pidieron las cabezas de los principales dirigentes de la Federación de Estudiantes Dominicanos porque organizaron y participaron en una marcha en protesta por una serie de medidas tomadas por las autoridades de la Universidad estatal, entre ellas la relacionada con el comportamiento que deben observar los usuarios de la Biblioteca Central de la UASD.

¿ En qué consistió la protesta de esos estudiantes?

En pasearse en paños menores por el campus universitario.

Que conste que sólo los varones marcharon sin camisas o en paños menores. Y que las mujeres participaron en esas protesta vestidas de ocasión.

En  dicha manifestación no se registraron incidentes que lamentar. No se destruyeron propiedades; y nadie resultó lesionado. De lo que se trató fue de una protesta pacífica de las que frecuentemente ocurren en la UASD y cualquier otra universidad del mundo,

Ese preciso destacar  que fueron muy acertadas las medidas puestas en práctica por las autoridades de la UASD  que dieron lugar a la protesta de los estudiantes: cerrar la puerta de acceso al campus por la calle Correa y Cidrón para impedir que allí tuvieran lugar actos delicuenciales; y exigirle a cada estudiante su  participación en un seminario como requísito previo para accesar a los servicios bibliográficos que se ofrecen en la Biblioteca Central de la Universidad estatal. 

Tratándose de medidas tan acertadas como ésas, ¿ por qué los estudiantes protestaron? Porque los estudiantes universitarios de aquí y de cualquier país del mundo suelen mostrarse  renuentes a los mandatos de quienes los gobiernan; porque la universidad es una comunidad de inconformes que sueña con un mundo mejor. Simplemente por eso. Y quien no lo entienda así podría desempeñarse como estudiante o como profesor en un simulacro de universidad pero no en una universidad. 

Ante la enorme presión que recibieron de parte de sectores influyentes del país, las autoridades universitarias se vieron forzadas a repudiar la conducta de los organizadores de esa protesta y hasta amenazarlos con expulsarlos de la Universidad si  continuaban con sus reclamos.

Nadie puede ser expulsado de la UASD por el simple hecho de protestar. Desnudarse en público en señal de disgusto es una acción de carácter pacífico que no acarrea daños a terceros.

Gracias a Dios que la sangre no llegó al río. Que el Consejo Universitario, haciendo gala de una manejo correcto de esa situación, optó por aceptar las excusas de los manifestantes.

¿Cuántas personas aquí han sido encerradas en un manicomio o en una clínica psiquiátrica o sometidas a la acción de la justicia por desnudarse o hacer sus necesidades en la vía pública?

 ¿Cuántos turistas han sido deportados de este país por exhibirse desnudos en la playa?

¿ Cuántos programas de radio o de televisión han sido suspendidos por la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos por el hecho de que los participantes en los mismos hayan proferido malas palabras o hayan insultado a los radioyentes o a los televidentes?

Hace unos meses, las agencias internacionales de noticias destacaron las protestas de los estudiantes de la Universidad de París en contra de una ley de carácter laboral que ellos entendían y entienden que les perjudicaba. Las reseñas de esas noticias fueron ilustradas con fotos de estudiantes parisinos desnudos, incluyendo mujeres. Ante ese hecho, ninguno de nuestros líderes de opinión manifestó repulsa alguna. Es que a los caballeros y a las damas encopetadas de aquí les parece gracioso que los buenomozos de La Sobonne protesten y hasta se desnuden en público pero los de la UASD no ¡ Qué bien ¡

Los profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo disfrutamos de mejores salarios que nuestros colegas que laboran en universidades privadas. Además, los catedráticos de la UASD disfrutamos de dos periodos pagos de vacaciones al año; de seguro médico; de pensiones y de otras conquistas laborales que los de las universidades privadas no sueñan con tener. Pero ello no necesariamente significa que  estemos bien renumerados. La verdad es que no lo estamos.

El sueldo promedio de un investigador o catedrático de la Universidad estatal contratado a tiempo completo promedia entre los 30 ó 40 mil pesos mensuales mucho menos que el salario que devenga un programero cualquiera.

El mes pasado, los gremios de la UASD decretaron una huelga en demanda de aumento salarial y de mejorías en las condiciones de trabajo. El paro que duró casi un mes puso en peligro el curso de verano y fue objeto de repulsa de parte de los estudiantes y de amplios sectores de la opinión pública del país.

Este redactor se manifestó opuesto al paro laboral que decretaron los gremios de la UASD;  pero, lo hizo sin dejar de reconocer el derecho de los servidores universitarios de protestar o de manifestarse cuando entiendan que deben hacerlo.

Algunos se preguntaron: ¿Por qué los catedráticos de algunas universidades privadas que devengan salarios más bajos que los de la UASD y que en ocasiones pasan meses sin cobrar no protestan? La respuesta es bien sencilla. No protestan porque no disfrutan de ese derecho y porque si protestan simplemente los cancelan.

La universidad es una comunidad de hombres libres: una anarquía organizada a la que acude una mayoría de gentes jóvenes;   circunstancia ésta que permite comprender lo que en ella sucede.

Hacer de los hombres y mujeres que asisten a la universidad y que sueñan con un mundo mejor profesionales útiles a la nación es nuestra misión y la encaramos sin perder de vista la realidad.

Es muy complejo el trabajo del servidor universitario. Tenemos que desarrollar nuestras labores con una juventud que al hacerla sentir libre es proclive a la protesta y a la radicalización.

En las universidades de Bolonia y de París ha habido agitación estudiantil desde su fundación en el Siglo XIII. La primera batalla entre los estudiantes universitarios y las fuerzas del orden surgió en el siglo XIII de una protesta por el alto precio que cobraban los dueños de pensiones para alojar a los estudiantes. La Universidad de Oxford nació de una secesión originada en la Universidad de París. Por igual vía, Oxford engendró después a Cambridge. Aquí mismo, la UASD engendró la UNPHU. Es que la universidad y los universitarios somos así.

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