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MADRID (AFP).- Cientos de madrileños, en su mayoría mujeres, muchas con claveles en la mano, se acercaban a un centro cultural del centro de Madrid, para despedir a “la más grande”, la cantante folclórica Rocío Jurado, fallecida víctima de un cáncer de páncreas.

“He dicho que he ido al médico”, explicó a la AFP una mujer que prefirió no dar su nombre, ubicada en la cola para entrar a ver la capilla ardiente de Rocío Jurado, cuyo féretro cerrado reposa en una sala del Centro Cultural de la Villa de Madrid, situado en la Plaza de Colón.

Dominados por la estatua del Descubridor, cientos de personas, al igual que esta mujer, esperaban pacientemente su turno en un cálido día madrileño para despedirse de “la tonadillera” y dejarle algunos ramos de rosas y claveles.

Ancianos y jóvenes, pasando por madres que llevaban en carritos a sus bebés, todos querían dar su último adiós a la Chipionera, fallecida en su residencia de la exclusiva urbanización de La Moraleja, en el norte de Madrid.

“Nos hemos enterado por la televisión. Estamos aquí (en Madrid) por dos días y hemos venido a ver”, afirma a la AFP, Rosa, una mujer de 50 años acompañada por una amiga.

“Era una gran cantante”, dice simplemente esta mujer, atónita por lo rápido que va la cola. “Esperaba que fuera más despacio”, dice con sorpresa, viendo cómo la gente apenas espera un cuarto de hora para entrar.

El ayuntamiento de Madrid se ha encargado de preparar todo un dispositivo en la plaza de Colón con un sistema de vallas para encauzar el flujo de personas que se espera pasen a lo largo del día por la capilla ardiente de la folclórica.

El dispositivo incluye un hospital de campaña con varias camas que todavía no ha tenido que actuar, según fuentes de los servicios de emergencia.

El Centro Cultural cuenta con dos entradas, una de las cuales ha sido habilitada para la entrada de personalidades y famosos, mientras que la otra se ha dedicado a la entrada del público en general, que desfila ante el ataúd.

El féretro de Rocío Jurado cubierto por las banderas de España y Andalucía y flanqueado por coronas de flores, que llegaban sin cesar, está escoltado a ambos lados por miembros de la familia como su hija Rocío, fruto de su anterior matrimonio con el difunto boxeador Pedro Carrasco, y su marido, el diestro José Ortega Cano.

Los rostros compungidos sin poder retener el llanto de Ortega Cano y Rocío, vestidos de riguroso negro, reflejaban su desolación, mientras recibían la visita de personalidades de la música como Carmen Sevilla y de la política, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Ante todos ellos y el féretro, a cuya cabecera hay un crucifijo, desfilaban los cientos de madrileños como Isaac.

“Rocío es la más grande. Lo he sentido mucho”, afirmó a la AFP el joven de 25 años, vestido con una camiseta de la selección argentina.

“Es con lo que he crecido, con Rocío, Isabel Pantoja, Lola Flores”, añade Isaac, aún reconociendo que “no soy muy fan de esos que se compran todo, pero la verdad es que me gusta”.

Como él, muchos madrileños pasaron ante el féretro de la artista. Al atardecer se cerraron las puertas de la capilla ardiente y los restos de Rocío Jurado llevados a su pueblo natal, Chipiona (Andalucía, sur), para ser enterrados.

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