Vizquel, también un artista de la pintura

Vizquel, también un artista de la pintura

POR JANIE McCAULEY
SAN FRANCISCO (AP).-
Pincel en mano, Omar Vizquel se inclina hacia una baranda y contempla la espectacular vista de la Bahía de San Francisco desde su penthouse, que tiene paredes y pisos cubiertos de cuadros en los que está trabajando: un tributo al Papa, una figura alusiva a Jesús, un desnudo…

   Resulta que, además de ser un beisbolista estelar, el venezolano ha descubierto aptitudes artísticas que disfruta en un escenario sin igual.

   «Este lugar hace que me quede en casa todo el tiempo», comenta el paracorto de los Gigantes. «¨Hay algo más lindo que esta vista?».

   «No necesito salir de casa. Me puedo quedar todo el día sin aburrirme», añade, mientras una brisa suave penetra por una puerta abierta de su departamento.

   Vizquel generalmente pinta unas dos horas por la mañana. Emplea óleos únicamente y con frecuencia usa fotos de libros o revistas como referencia. Llegó a trabajar en seis cuadros al mismo tiempo, concentrándose en uno a la vez según el estado de ánimo en que se encuentra.

   No pinta paisajes ni nada relacionado con el béisbol.

   «Pinto para distraerme del béisbol. Si pintase sobre béisbol, no me relajaría», expresa.

   Vizquel encaja perfectamente en San Francisco, donde fue contratado en noviembre pasado por los Gigantes. Luego de jugar 11 temporadas con los Indios de Cleveland, firmó por tres años y 12,5 millones de dólares, y no se arrepiente.

   Desde el primer día causó sensación en su nuevo equipo con sus acrobacias y su seguridad con el guante.

   Está claro que es un artista del béisbol y no sorprende que sobresalga en otra actividad que requiere mano segura.

   Sus sesiones de pintura transcurren con el Puente de la Bahía y la Torre Coit de trasfondo.

   «Pocos lugares pueden inspirar tanto a escritores, pintores o músicos. Es hermoso», señala.

   Lo acompaña un viejo amigo, Manuel Mejía, quien filma un documental a ser exhibido en Venezuela.

   Mejía y Vizquel se conocen desde que tenían 10 años y jugaban juntos en las ligas menores.

   «Quería ser paracorto, pero me tuve que conformar con la segunda base», afirma Mejía. El campo corto era de Vizquel.

   La pintura es una pasión relativamente nueva para Vizquel, quien de niño no tenía aspiraciones artísticas.

   Se inició en 1994, cuando la temporada fue acortada por una huelga y necesitaba algo en qué distraerse.

   «Empecé tarde. Esto nunca me interesó. Pero, por alguna razón, me sentí atraído. Me gusta el arte, pero jamás pensé incursionar en algo. Es sorprendente. Lo disfruto muchísimo. Un nunca sabe los talentos que tiene. Hay que experimentar. Y a veces surge algo bueno», dice Vizquel.

   Un par de cordones que asoman debajo de un cuadro son el único indicio de que el deporte es algo importante para él.

   Vizquel dice que, cada vez que puede, se reúne con artistas venezolanos «para hablar de arte y de su relación con el béisbol».

   «Sé que tiene otras cosas además del béisbol», expresa el piloto de los Gigantes Felipe Alou. «Pareciera que le va a ir bien en cualquier cosa que haga. Se toma el béisbol muy en serio y estoy seguro de que muestra la misma determinación en todo lo que hace. No es un pelotero común».

   Su esposa le regaló una cámara digital en la última Navidad y desde entonces Vizquel probó también la fotografía. Saca fotos de la ciudad de noche o de su hijo Nicolás, de 9 años. Cuando vio una protesta en la que un grupo de personas desnudas pedaleaban en bicicletas, les sacó algunas fotos.

   «La fama no lo cambió. Me impresiona el que haya resultado un artista tan bueno», relata Mejía. «Desde ya que es un artista en el terreno de juego. Nunca dudó que llegaría a las grandes ligas. Siempre tuvo un instinto especial para el béisbol».

   Vizquel también toca la batería. Hace tiempo se compró un saxofón, pero ya no lo toca.

   Para el venezolano es importante tener muchos intereses.

   «Me gusta todo. Quiero hacer lo que hacen los que están conmigo. Si toman vino, tomo vino. Si les gusta la música techno, vamos a escuchar música techno», manifiesta.

   Vizquel dice sentirse como en su casa en San Francisco, una ciudad tolerante en la que se ve de todo. Y está preparando exhibiciones de sus cuadros aquí y en Venezuela.

   «Hice que varias personas se enganchasen en esto. No sabían que sería una droga, algo adictivo. Es un gran escape, algo que lo llama a uno constantemente», afirma.

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