Vladimir Guerrero está en la cima
de la ofensiva de las Grandes Ligas

Vladimir Guerrero está en la cima<BR>de la ofensiva de las Grandes Ligas

POR TIM BROWN
Yahoo! Sports
ANAHEIM.–
El espera, con los dedos callosos y envueltos en cinta pegante y cerca de su oreja derecha, el bate hacia atrás, haciendo pequeños halos alrededor de un casco sucio de brea colocado sobre su cabeza llena de trenzas.

Sus dedos del pie están presionados hacia dentro, su trasero apunta hacia fuera. Tiene la camisa un poco remangada y está preparado.

Y cuando Vladimir Alvino Guerrero hace swing, no hay nada parecido.

Otros pegan más jonrones, batean para mayor promedio. Llegan a base con más frecuencia. Entre ellos hay swings clásicos, de poder y funcionales.

Y luego vienen los swings de Vladdy, excepcionales por su brutalidad, abandono y pasión.

“La gente me pregunta cómo lo hago”, dijo, “y yo les digo que hago swing a lo que me gusta”.

El aprendió a hacer esos swings durante los partidos de su niñez en Baní, República Dominicana, en un juego llamado “La Placa”, donde se usa una placa de carro y debe ser tumbada por el lanzador y defendida por el bateador. Veinticinco años más tarde, Guerrero sigue bateando las bolas bajas.

Aprendió a batearlas jugando en terrenos enlodados. Nunca ha usado guantillas.

Las dominó  en sus días de descanso, montando en el burro de la familia con su adorado abuelo y luego de buscar la leche del día.

Guerrero llega temprano al estadio todos los días, frecuentemente cargado con ollas de arroz, habichuela y pollo preparado por su madre, María Altagracia, quien vive con él cerca del Angel Stadium.

Esas huellas -su crianza en la República Dominicana, las lecciones de trabajo y humildad, el talento de familia y el béisbol- todas las lleva consigo. El conocimiento y la amistad que le dieron como un muchacho con los Expos de Montreal de figuras como Pedro Martínez, Mel Rojas y Moisés Alou, ahora la da él a Erick Aybar, Ervin Santana y Kendry Morales.

“Siempre les doy consejos, sin importar el equipo o la organización con la que estén. Hago eso porque una vez alguien lo hizo conmigo”, dijo a través de un traductor, el comentarista José Mota, de los Angelinos.

“Los muchachos no tenían que acogerme, pero me demostraron cómo eran las cosas en las mayores. Me dijeron que hiciera lo mismo, que para estar en las mayores no hay que hacer nada diferente de lo que uno hace en las menores, solo ser más consistente al hacerlo”.

Maicer Izturis, un venezolano cuyo hermano mayor, César, juega con los Cachorros, asintió con la cabeza y dijo. “El llega temprano y hablamos”.

Guerrero, de 31 años, nuevamente es uno de los mejores bateadores del negocio, uno de los grandes shows del negocio, un estelar regular, y el Jugador Más Valioso de la Liga Americana de hace tresaños.

En una alineación reconstruida con Reggie Willis de primero y Gary Matthews Jr. detrás de Guerrero y anotando seis por juego en las últimas seis semanas, Guerrero está en el puesto 11 de la liga en bateo, empatado en séptimo en jonrones, segundo en remolcadas y quinto en porcentaje de embasarse.

También es quinto de la Liga Americana en boletos, en gran parte porque en todo el béisbol solo Barry Bonds (26) recibe más transferencias intencionales que Guerrero (20).

Aun así, Guerrero, quien fue boleado 50 veces en 156 partidos la temporada pasada, ha recibido 45 boletos en 73 partidos esta temporada.

Anualmente es uno de los que menos lanzamientos ve en cada aparición por plato, dos veces en las últimas cuatro temporadas terminando siempre en los mejores lugares.

“Más paciencia, pero ahora me doy cuenta que cuando los equipos quieren tirar mal, lo hacen por mucho”, dijo con una sonrisa. “En ese caso, estoy consciente. Mickey (Hatcher, el coach de bateo de los Angelinos) me recuerda muchas situaciones. Y entiendo que no estoy solo en este equipo y se ve por la forma que el equipo ha jugado. Así que este año habrá más paciencia”.

La temporada pasada vio 3.16 lanzamientos por aparición al plato la temporada pasada. Este año ha visto 3.18. En 600 apariciones al plato, una temporada completa, verá 12 lanzamientos más. Un poco más paciencia, ciertamente.

 Con el bate es quien es; fuerte, agresivo, imposible de lanzarle, y convencido de que puede batear bien todo lo que alcance.

A veces, cuando hace swing parece un hombre que trata de encender una cortadora de grama que no funciona. Más frecuentemente, la perfecta combinación de sus brazos y manos y gigantescas piernas producen jonrones descomunales.

“El es mucho más grande de lo que parece cuando uno juega en su contra”, dijo Matthews Jr., quien llegó a los Angelinos este invierno. “Es tan fuerte y tiene brazos tan largos. Es sorprendente la forma en que le llega a las bolas. Mantiene las manos atrás y baja el pie rápido, por eso tiene tanto dominio”.

La idea de cambiar a Guerrero – suavizando las líneas y reduciendo su concepto de la zona de strike – solo se señaló un par de veces y al principio de su carrera.

En 1994, 18 meses luego de ser firmado por los Expos a los 17 años, Guerrero fue contactado por los coaches de la Liga Instruccional.

Arturo DeFreites, quien junto a Fred Ferreira tiene el reconocimiento de descubrir a Guerrero, se los quitó de encima.

“No, no. Paren”, recordó Guerrero que él les dijo. “Miren los números. Miren el talento. Dejen que el muchacho haga lo que está haciendo. Obviamente le va bien. No lo dañemos”.

Dijo Guerrero: “Le doy todo el crédito a Arturo DeFreites”.

Dos años más tarde, Guerrero llegó a las mayores con los Expos. Jim Tracy, entonces coach de los Expos, recuerda que el dirigente Felipe Alou se reunió con su staff antes del primer juego de Guerrero.

“En el caso de Vladimir Guerrero”, Alou les dijo, “déjenlo tranquilo y déjenlo jugar. Déjenlo jugar”.

Y eso hicieron.

“A principios”, recordó Tracy con una sonrisa, “si un lanzador tiraba cerca del círculo de espera, Vlad le hacía swing. Pero era tremendo, un muchacho tremendo que sabía poco inglés. Siempre tenía una sonrisa en su cara, siempre jugaba duro, y corría duro”.

Al preguntarle cómo describiría sus turnos al bate a alguien que no los había visto, Guerrero se sonrió.

“Recomendaría que una persona me vea jugar primero, al menos dos juegos y luego se deciden”, dijo. “Y pueden preguntarme algo y yo responder mejor. Ni siquiera respondería que soy un buen bateador. Quiero verlo en el terreno y luego dejar que mi bate hable”.

El jugó siete temporadas en Montreal antes de firmar un contrato de cinco años y US$70 millones con los Angelinos antes de la temporada del 2004, que con una opción para el 2009 se convertiría en US$85 millones.

En el camino ha aprendido lo suficiente de inglés para llevar conversaciones cortas, simples, usualmente acompañadas por sonrisas.

Al preguntarle cuantos hijos tiene, levanta seis dedos y explica que tienen entre siete meses y ocho años. El mueve su cabeza, no, nunca se ha casado.

Dice que lamenta nunca haber visto a Roberto Clemente, con quien comparan su brazo frecuentemente. Y ve quizás cinco minutos de vídeo del lanzador contrario antes de un juego, pero él sabe que es diferente y que los lanzadores no le tiran como a los otros bateadores.

 “La única forma en que voy a verlo es cuando me pare en el plato”, dijo.

Y así es como lo hace todo. Y por eso tiene unos números asombrosos en su carrera.

Con .325 en promedio de por vida, 352 jonrones, 1,120 empujadas, su promedio de bateo es el cuarto entre los activos y 43 de por vida, empatado con Joe DiMaggio.

“Es uno de los grandes de nuestra generación”, dijo el coach de los Dodgers Rich Donnelly. “Un inmortal en las primeras votaciones. El que no vote por él tiene que estar loco”.

Versión (Dionisio Soldevila Brea)

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