Vocación de servicio versus vocación de poder, renovación necesaria

Vocación de servicio versus vocación de poder, renovación necesaria

“El poder como ideología única es otra mentira”, Papa Francisco.

Son muchos los actores políticos que usan la máxima de “vocación de poder” para halagar su organización partidaria o para definir su propio accionar, desconociendo (quizás), que es la vocación de poder la sustancia responsable de la descomposición en que se encuentra el sistema de partidos tradicionales dominicanos.

Durante más de una década hemos sido testigos de la degradación de los principales partidos dominicanos. Vimos un Partido Reformista Social Cristiano (PRSC)  “pactar” a cuenta gotas su final, solo por mantener -al menos- una mínima incidencia en la repartición del poder, práctica que terminó minimizando y ridiculizando al partido «colorao».

El proceso de putrefacción, infectado de esa “vocación de poder” y medicado con el agresivo veneno del clientelismo, abrió paso a la debacle del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el cual en su momento fue la principal fuerza política y se desvaneció tras una larga y lenta agonía, en la que perdió la capacidad de adaptación, engavetó sus principios, puso como prioridad la consecución del poder y olvidó la cátedra fundamentada en ¨primero la gente¨ del revolucionario Peña Gómez.

De las contiendas internas del PRD se levantaron dos facciones: el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) y la más reciente, el Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Con un PRSC tratando de levantarse apoyándose en viejos dogmas, un PRD negociando su cuota histórica, por unas migajas del manjar poder, y un PRM “moderno”, con ideas desfasadas, buscando colocarse como líder de la oposición, nos encontramos con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder sin contrapeso visible.

El PLD de Bosch, el que apegado a los ideales del profesor logró consolidarse y evolucionar de un partido de cuadros a un partido de masas, en su momento un partido catch all, sostenido con el útil liderazgo de un profesional de la política, que le dio sus primeros momentos de gloria.

Hoy en su tercer mandato consecutivo y bajo circunstancias internas que le han introducido en un trance, en una confusión de principios e ideologías, producto del pragmatismo y la consolidación de un nuevo liderazgo, que está induciendo al partido a un proceso de reencuentro, de introspección y de resignificar el cualitativo de “vocación de poder” para, necesariamente,  abrirse paso a la tendencia de su mismo lema: “vocación de Servir”.

Los tiempos cambian hay una generación conectada, informada y dispuesta a ser parte de los acontecimientos políticos, la sociedad cada vez exige más, ya no desea una dirección experta que decida, sino que quiere saber el Por Qué, Para Qué y Cómo se toman las decisiones.

Esta generación no entiende, ni acepta “la vocación de Poder”, pero  propicia y defiende el clima de compartir/ Servir, comprometerse, haciendo suyas las causas que logran motivarlos y emocionarlos.

Solo aquel partido que logre hacer la transición del singular al plural, de su plan a nuestra causa, del hablar a escuchar. Solo esos podrán sumergirse en la lenta pero segura ruptura del sistema tradicional de partidos, para resurgir renovados y conectados con la necesidad de sentir y compartir de esta generación.

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