Ginebra.- La bailaora y coreógrafa de flamenco, Sara Baras, está convencida de que “Voces”, el espectáculo que creó en homenaje a sus maestros, “nunca morirá” y tanto ella como su equipo están preparados para seguir presentándolo en paralelo a su más reciente creación, “Sombras».
La artista española, la figura femenina que más contribuye desde hace varios años a la proyección internacional del flamenco, presenta en Ginebra con gran éxito y taquilla prácticamente agotada “Voces”, obra con la que lleva tres años recorriendo el mundo y seduciendo al público.
En una entrevista con Efe antes de subirse por segundo día al escenario de la Opera de Ginebra, Baras (Cádiz, 1971) reconoce que no es habitual llevar en paralelo dos espectáculos tipo concierto ya que “normalmente” se termina uno y se empieza el siguiente, pero “Voces” rompe los esquemas.
“Se ha convertido en algo que parece que no acabará nunca. Suponíamos que no lo haríamos más, pero seguimos recibiendo pedidos para presentarlo”, incluso en lugares donde ya fue visto, pero que desean repetir, comentó.
Aunque “Voces” no ha sufrido cambios fundamentales desde que salió, Baras recuerda que tiene “mucho de improvisación”, porque “hay días en los que un maestro está más presente que otro y porque “mucho depende de lo que uno sienta en el momento».
Por ello, “la obra de todos modos ha crecido con el tiempo”, pero mantiene la misma escenografía, recalcó. Como lo expresa en el escenario, Baras parece estar en un momento cumbre de su carrera, que le ha convertido en una verdadera empresaria artística y en el pilar de una compañía que cumplirá veintidós años “sin haber bajado nunca la guardia».
Recuerda con cariño sus inicios, en los que se puso un pantalón para bailar farruca, un subgénero del flamenco tradicionalmente de hombres, pero del que ella se apropió con veinte años y poco, reluciendo en un universo dominado por ellos y decidiendo montar su propia compañía.
Esa farruca se convirtió en su sombra y en la inspiración de su espectáculo más reciente, “Sombras”, pero no como referencia a una mancha oscura, sino a algo que nos acompaña en permanencia, como lo ha hecho fielmente el público en España, más allá en Europa, en América y en Asia.
“Digo ‘Sombras’ desde el punto de vista positivo porque cuando uno baila no hay nada más lindo que su sombra. Yo, aunque esté quieta, tengo una sombra que no para de bailar”, explica.
Sara Baras es una mujer fuerte y así lo reivindica, pero en pleno apogeo del #MeToo, el movimiento internacional para luchar contra el acoso y la discriminación contra las mujeres, asegura que “por suerte” nunca fue víctima de actitudes impropias por parte de hombres.
Quizás porque prácticamente siempre ha sido la jefa, como queda claro en el escenario noche tras noche de actuación. La bailaora reconoce que no se siente feminista. “He tenido la suerte de haber crecido en una generación en la que no nos mirábamos por ser hombre o mujer, sino por el valor de cada uno”, asegura, aunque reconoce que compañeras de ella no han tenido la misma suerte.
“Es cierto que a las mujeres a veces se les pagan salarios más bajos que a los hombres y en el flamenco hay quien lo siente, pero no ha sido mi caso y por supuesto tampoco lo ha sido el de nadie de mi compañía”, indica. Felicita en cualquier caso el movimiento de denuncia en la medida en que contribuya a reducir las injusticias y a que las mujeres se puedan defender.
De los secretos de su éxito, menciona uno en particular- “rodearte de personas que tengan una calidad humana a la altura de la profesional».
Y de las satisfacciones del trabajo anota- “descubrir un día que con el baile puedes ayudar a gente que lo necesita”, como a quienes sufren del Síndrome de Rett, una patología neurológica rara que afecta a las niñas (3.000 casos de niñas y 6 de niños en España). Baras es madrina de la Asociación Española de Síndrome de Rett y usa su celebridad para recoger apoyos para esta causa.