Voluntad y conflictos

Voluntad y conflictos

ATAHUALPA SOÑÉ
Cuando se utiliza la voluntad en un acto discriminativo, suponemos que ha participado la inteligencia. Un niño impulsivo desarrolla su inteligencia, aunque no ha desarrollado lo suficiente para comprender el pro o el contra de la acción ejecutada.

El niño no posee el alcance del adulto educado e inteligente con toda las consecuencias posibles de un acto cualquiera. Frente a una caja de galleta sólo piensa en el placer inmediato y actual, razón por la cual actúa impulsivamente y come galletas hasta que no puede más. El adulto prevé las consecuencias lejanas de comer en exceso y por eso modera su acción, incluso llega a inhibirse, si sabe que no le hará bien comer galletas.

Aún por lo señalado anteriormente, el acto voluntario no logra agotarse por vía de los estudios intelectivos, ya que la voluntad es otra cosa. Hay sujetos abúlicos, sin voluntad, que razonan con gran lucidez sobre las situaciones que se les presentan, sin llegar a decidirse en ningún sentido. La deliberación en ellos es interminable y no le conduce a la acción. En tanto hay personas que, sin ser muy inteligentes, están dotadas de gran fuerza de voluntad. Son enérgicos.

El acto voluntario es aquel que va procedido de un conflicto motivacional. Se ha dicho que hay conflicto cuando el sujeto vacila entre dos o más líneas de conductas antagónicas que se excluyen mutuamente.

Para ilustrar sobre lo señalado, pensemos en un joven que vacila entre ir a un juego de pelota o irse con sus compañeros a un paseo, ambos a efectuarse a la misma hora y el mismo día. Tanto el juego como el paseo significan placeres para el joven… Tiene que elegir entre ambos.

Los conflictos se hacen más graves y dramáticos cuando hay que escoger entre el placer y el deber. Supongamos un sujeto aficionado al juego que acaba de cobrar el sueldo del mes. Para ese día han anunciado una carrera estelar de caballos. El conflicto no se hace esperar, por una parte de su vicio por el juego; por otra el sentimiento del deber con su familia. Si el individuo lucha con su pasión y la vence, diremos que es un hombre de gran fuerza de voluntad. En situaciones como esas, el sujeto necesita mucha fuerza de voluntad para renunciar al placer.

Los conflictos alcanzan grados elevados y dramáticos cuando el sujeto tiene que elegir entre dos deberes incompatibles. Tanto la Literatura como la Historia en todas las épocas nos ofrecen abundantes ejemplos.

José Martí, en una carta que dirige a Don Federico Henríquez Carvajal en 1895, le expone su dilema entre volver a Estados Unidos para continuar con sus trabajos por la revolución, o dirigirse a Cuba para tomar parte activa en la guerra que se iniciaba. Martí luego de largas y dolorosas luchas consigo mismo, decide dirigirse a Cuba para si era necesario ofrecer el supremo sacrificio de su valiosa vida.

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