Volvamos al tormento anterior

Volvamos al tormento anterior

Con las aguas retornando a su nivel tras el severo castigo que nos dio Noel, justo es que retomemos nuestro tormento anterior, que no es meteorológico ni nada que se parezca, pero que nos tiene con el agua al cuello.

Justo es que se reconozca que si bien las alzas del petróleo son una parte del tormento económico que tenemos, la manera en que quemamos combustibles viene a ser la otra mitad.

Una política de ahorro de energía y combustibles tiene que tomar en cuenta algunos factores determinantes del consumo ineficaz, del desperdicio de hidrocarburos.

En Santo Domingo hay varios puntos críticos en materia de dificultad de tránsito y bajo aprovechamiento de los combustibles. Por ejemplo, cruzar el puente Juan Bosch entre 7:00 y 8:00 de la mañana supone veinte minutos con el motor encendido pero rodando a marcha lenta. Este drama se repite en muchos puntos, a esa y otras horas del día.

Sumemos a esto el hecho de que abundan las unidades motrices en malas condiciones de funcionamiento, que de por sí consumen más de lo debido, y tendremos una idea de por cuáles mufflers se esfuman muchas de nuestras divisas invertidas en petróleo.

Una forma de ahorrar combustibles es reducir el consumo y otra es utilizarlo de manera eficiente y productiva.

Creemos que debemos aspirar a una equilibrada combinación de ambas, y hacerlo de manera firme y seria, sin flaquezas.

En esta virtud, el Gobierno debe retomar sus planes de imponer una política de ahorro de hidrocarburos y electricidad, pero fundamentalmente debe buscar los medios para mejorar la eficiencia de los medios de transporte.

Está en el deber de trazar pautas para aligerar el tránsito en los puntos críticos mediante una regulación de flujo que evite el congestionamiento.

Sin abandonar nuestras responsabilidades por las consecuencias de la tormenta, empecemos a retomar el tormento anterior.

Ayuda para damnificados
La solidaridad, interna y externa, se ha volcado hacia el país. La ayuda para los damnificados por el paso de la tormenta Noel ha llegado de manera abundante.

Hay que mantener los patrones empleados para que estos bienes lleguen realmente donde deben llegar.

Para lograr una efectiva distribución de esta ayuda, es preciso que se recurra a las organizaciones que tienen  muy buen historial en la administración de estos bienes.

La mano política debería quedar fuera de estas reparticiones. La solidaridad no debe tener ideología ni credo político, y si alguien se lo endosa entonces no es ayuda, es proselitismo, laborantismo y sacar provecho de la desgracia ajena.

Tenemos que evitar por todos los medios que la ayuda destinada a los damnificados vaya a parar a otras manos para ser utilizada con fines pecuniarios.

Hay que auyentar a los oportunistas que se infiltran en los refugios para hacerse de lo que no les pertenece, de lo que no merecen.

La condición de damnificado no debe prolongarse más allá de lo justo y necesario, pero en ese lapso no debe faltar la asistencia de todo tipo. No son sospechas, sino  experiencias anteriores las que  motivan este planteamiento.

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