La familia es uno de los fundamentos sobre los cuales se ha establecido el diseño y sostenimiento de la nación dominicana desde sus orígenes, sin embargo, con el transcurrir del tiempo ha sido notable la intención de promover una profunda fragmentación en lo que algunos sociólogos han llegado a definir como el núcleo central de la sociedad. Esta fragmentación se expresa desde el gobierno en la conformación de los distintos órganos del Estado llamados a velar por cada uno de los miembros de la familia.
En ese sentido existe una diversidad de instituciones separadas estructuralmente, con propósitos que no coinciden en ningún punto, sino que responden a agendas particulares, tal es el caso de la coexistencia de un Ministerio de la Mujer, un Ministerio de la Juventud, un consejo para la protección de niños, niñas y adolescentes, un consejo para el cuidado de la persona envejeciente, un consejo para el cuidado de la persona discapacitada, entre otras agencias públicas que lugar de estar atomizadas, deberían ser parte integral de un Ministerio de la Familia.
Volver a la familia permitirá nuevamente construir personas que luego participarían de la vida social sobre la base de la construcción que tuvieron en el hogar. Asimismo implicaría para el Estado dominicano una importante reducción en el gasto público que hoy es orientado a cubrir áreas como la violencia intrafamiliar, la delincuencia común y de cuello blanco, la corrupción público y privada, los accidentes de tránsito, el consumo de drogas, la ola terrible de juegos de azar que cubre la nación, entre otros males.
Dicho lo anterior, sería inteligente que desde la administración pública se retome o se inicie la aplicación de políticas públicas que fortalezcan cada una de las áreas tendientes a mantener y conservar la familia como el taller donde se construyen las personas que luego pasan a integrar la sociedad dominicana.