Las Naciones Unidas designaron el primer lunes de octubre de cada año como Día Mundial del Hábitat para reflexionar sobre el estado de nuestros hábitats y sobre el derecho básico de todos a una vivienda adecuada. También tiene la intención de recordar al mundo que todos tenemos el poder y la responsabilidad de moldear el futuro de nuestros hábitats.
En 2022, el Día Mundial del Hábitat, bajo el tema “Cerrando la brecha. No dejar a nadie, ni ningún lugar, atrás” aborda el problema de la creciente desigualdad y los desafíos en las ciudades y los asentamientos humanos.
Es una llamada de atención sobre las crecientes disparidades y vulnerabilidades exacerbadas por las crisis de la triple «C»: COVID-19, clima y conflictos.
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La solución a la crisis ambiental que vivimos vendrá por la recuperación de las técnicas urbanas tradicionales que «nos han ayudado a vivir en el planeta» y no tanto de las nuevas tecnologías, ha asegurado a EFE la profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (Etsam) Carmen Sánchez-Guevara, en el marco de la celebración del Día del Hábitat este 3 de octubre.
Naciones Unidas estableció el primer lunes de octubre como el Día Mundial del Hábitat para reflexionar sobre el estado de los hábitats y el derecho básico de todas las personas a una vivienda adecuada y, además, recordar la responsabilidad de cada uno de cuidar estos espacios.
Este año, el lema del Día Mundial es «Cerrando la brecha. No dejar a nadie, ni ningún lugar, atrás», con el que se pretende abordar la creciente desigualdad y los desafíos en las ciudades y los asentamientos humanos.
Según Sánchez-Guevara, es importante la celebración del Día Internacional porque «vivimos en un mundo en crisis» y el hábitat humano se encuentra en riesgo por la crisis ambiental y de escasez de recursos.
Por ello, la manera en que los seres humanos han habitado el planeta hasta ahora «debe cambiar», ha asegurado, con cambios en la manera de consumir los recursos y en la que se devuelven los residuos al entorno.
El Día del Hábitat habla también de la necesidad de proveer de habitabilidad a todas las personas, porque «es muy desigual la habitabilidad que disfrutamos unos de la que no disfrutan otros».
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En opinión de Sánchez-Guevara, la solución a la crisis ambiental y de recursos no vendrá tanto de las tecnologías, sino de la recuperación de técnicas tradicionales que «nos han ayudado a vivir en el planeta hasta hoy».
Estas técnicas de recuperación incluyen estrategias de «naturación urbana o de transformación de las ciudades», que habla de renaturalizar las urbes, y, muchas veces, «esto no es a través de nuevas tecnologías», sino transformar las urbes con elementos que «siempre han existido».
La transformación pasa por aprovechar recursos naturales y que no suponen un mayor impacto ambiental y de los que nos «habíamos olvidado», ha apuntado la arquitecta, como orientar bien los edificios para aprovechar bien la radiación solar en invierno o protegerse en climas muy soleados de esa radiación en verano para poder crear espacios frescos.
Es necesario, ha subrayado, volver a aprovechar esos recursos y no pensar en edificios aislados que se harán de cualquier manera, con cualquier forma, y a los que se proveerán de sistemas de climatización y refrigeración con un consumo alto de energía o de agua.
Porque la doctora de la Etsam recuerda que después de la crisis energética, la siguiente «gran crisis será la del agua», y sobre todo en la lucha por el agua dulce, «la que nos permite vivir».
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Sobre el desarrollo urbano, ha explicado que hace falta transformar el tejido urbano de las ciudades de como las teníamos concebidas, «con un grandísimo gasto energético que era lo que permitía estas ciudades con distancias infinitas».
Sánchez-Guevara cree que el lema de las ciudades de los 15 minutos «es muy divulgativo» para la población, pero «realmente tendría algunos problemas».
No obstante, ha subrayado la importancia del cambio de discurso, de pensar en la proximidad, pero también tenemos que empezar a pensar en los insumos y exsumos, es decir dónde se ha producido la energía y los materiales que se consumen, «eso sí sería la ciudad de los 15 minutos, no solo tener lo que necesitamos a esa distancia, como el colegio, el hospital o el lugar de trabajo».
Por ello, ha sugerido que «es necesario ampliar la mirada sobre esa ciudad de los 15 minutos».
En cuanto a la construcción sostenible, la arquitecta ha asegurado que es necesario aprovechar lo que «ya tenemos, rehabilitar y reutilizar los edificios al máximo, demoliendo lo mínimo, generando la mínima cantidad de residuos posibles e invirtiendo la mínima cantidad de energía posible para los nuevos edificios».