Voto preferencial y narcodinero

Voto preferencial y narcodinero

Rosario Espinal

He indicado en múltiples ocasiones que todas las disposiciones electorales tienen ventajas, desventajas y también consecuencias no intencionales.

Uno de los dilemas fundamentales de la democracia es cómo resolver el asunto de la participación política y la representación. La participación se refiere al derecho de la ciudadanía a escoger sus gobernantes y a incidir en cómo gobiernan una vez electos.

La representación es la condición asignada a los funcionarios electos para que ejerzan funciones públicas a partir de la legitimidad que les otorga el voto.

En la década de 1990, en la República Dominicana se inició un proceso de reformas electorales, siendo uno de los temas de debate cómo hacer el sistema político más participativo y representativo. El problema es que ambos objetivos no van siempre de la mano en la misma dirección. El voto preferencial ilustra este asunto.

Antes del año 2002, los diputados se elegían en boletas cerradas; es decir, cada partido presentaba una lista de candidatos por demarcación geográfica correspondiente al número total de diputados elegibles en dicha demarcación.

De ese total, cada partido ganaba un número de escaños en función de los votos que obtuviera. Por ejemplo, si había un total de cinco diputaciones en determinada demarcación, y un partido obtenía votos suficientes para dos escaños, esas diputaciones las ganaba quienes ocupaban las primeras dos posiciones en la lista de candidatos del partido.

En el 2002 se estableció el voto preferencial para las diputaciones. Según esta disposición, los partidos presentan en la boleta electoral la lista de candidatos a diputados, según corresponda a cada demarcación (ahora llamada circunscripción electoral), pero el electorado puede escoger el diputado o diputada preferido entre los candidatos propuestos en la lista del partido escogido.

Es decir, los partidos ganan escaños en función de los votos obtenidos, y el electorado, mediante el voto preferencial, escoge cuáles diputados de la lista ganan la diputación.

El cambio de boleta cerrada a voto preferencial se valoró positivamente bajo el argumento de que da más participación al electorado en la decisión (una ventaja). Ahora bien, el voto preferencial aumenta la competitividad intra-partidaria (una desventaja) y encarece las candidaturas (otra desventaja) porque los candidatos de un mismo partido tienen que competir entre ellos.

Para las elecciones de 2020, ese sistema de voto preferencial se extendió también a los regidores y a vocales de distritos municipales bajo el mismo argumento: mayor participación de la ciudadanía en la decisión. Pero, el voto preferencial facilita que los candidatos con más dinero ganen, afectándose su representatividad. ¿De dónde proviene tanto dinero para financiar algunas candidaturas, desplazando a otras? Una de las fuentes es el narcotráfico.

Ojo: no digo que el voto preferencial sea la causa de la incursión del narco en la política dominicana, sino que el voto preferencial, al encarecer las campañas, facilita el triunfo de quienes más recursos tienen (consecuencia negativa no intencional). A su vez, la entrada del narcodinero en la política contribuye a encarecer más las campañas.

En 2002 se estableció el voto preferencial para las diputaciones

El voto preferencial aumenta la competitividad intra-partidaria

Al encarecer las campañas, facilita el triunfo de quienes más recursos tienen

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