Vuelve el “hombre lobo”
con el modisto Jean-Paul Gaultier

<p>Vuelve el “hombre lobo” <br/>con el modisto Jean-Paul Gaultier</p>

PARIS, EFE.- El «hombre lobo» vuelve, pero no como protagonista de cómic, de película o de un imposible suceso más, sino elegantemente vestido, a juego con su abundante cabellera, sobre las pasarelas de París, donde Jean-Paul Gaultier mostró  sus ideas de moda masculina para el otoño-invierno 2007-2008.

La de vestir a hombres de imponente pelambrera fue una de las claves del desfile de Gaultier, quien lo abrió de manera contundente con un joven pelirrojo de copiosa mata de pelo sobre la frente y el rostro parcialmente oculto por una poblada barba.

 Todo a juego con un traje pantalón de pana del mismo color marrón rojizo, suficientemente audaz como para llevar »per se» la marca del modisto internacional, y, a la vez, suficientemente clásico como para ser portado con cierta facilidad fuera del podium.

Sin por ello renunciar al tema lobuno, que sin duda fue uno de los que inspiró al artista, quien para recibir ovaciones y aplausos al término del espectáculo vistió una camisa negra sobre pantalón vaquero, adornado con una peluca -en su caso rubia- como algunas de las previamente colocadas sobre sus modelos.

Armado con un vaporizador que todo parecía indicar era de laca, Gaultier recorrió la pasarela en carrerilla, lanzando alegremente al público una nube de ese producto, sin duda con el consiguiente mecanismo reductor de emisiones de dióxido de carbono, en armonía con el encuentro sobre el recalentamiento del planeta que hasta el viernes se celebra en la sede de la UNESCO, también en París.

El peinado -salvo en algunos, muy raros, casos de calvicie-, las grandes patillas al estilo del siglo XIX o, cuando menos, el bigote enlazado con la cabellera, adelantaban lo que terminó por llegar para mayor deleite de la asistencia: el bolero de peludas mangas de piel rojiza.

No era elemento de gala ni de fiesta, ni siquiera de cóctel. Sobre la pasarela al menos, pues completaba un conjunto deportivo de chándal de punto, igualmente rojizo. 

Sobre las modelos femeninas, que a veces tomaron esta pasarela sólo para hombres, la misma prenda no evocaba efecto orangután alguno, sino que las mangas, de pelo más corto, como el visón, y acampanadas, producían el efecto de un par de alas.

Americanas, chaquetas y cazadoras de pana, de terciopelo, acolchadas con pequeños motivos cuadrados; abrigos tres cuartos que hacían pensar en la independencia de Estados Unidos, faldas escocesas plisadas de un solo color o estampadas con motivos astrológicos, como algunos abrigos, fueron algunas de las prendas básicas mostradas por Gaultier.

Modisto amante del negro y del azul oscuro, además del marrón rojizo, que trabajó igualmente a fondo el lamé en diferentes prendas, pero, sobre todo, en »legins», pantalones-media muy ajustados que se llevarán junto con botines de cuero voluminosos.

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