Vulnerabilidad del sistema expone al país a olas de apagones

Vulnerabilidad del sistema expone al país a olas de apagones

Inestable por más de una causa, el suministro eléctrico motiva en este momento una nueva embestida de quejas de los clientes azotados por frecuentes interrupciones que indicarían poca robustez en producción de energía imprescindible para enfrentar el crecimiento geométrico de consumos al ritmo de una economía en expansión con el PBI situado por encima del promedio de América Latina. ¿Puede, además, ser confiable la transmisión del fluido por cableados sometidos a la extraordinaria presión de nuevas conexiones muchas de ellas agregadas con clandestinas ilegalidades y al margen de una rigurosa planificación? ¿Qué tiene que estar pasando con los segmentos del tendido eléctrico desgastados por el tiempo y pendientes de sustitución? Las preguntas sobrarían.

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Se admite oficialmente que las averías en cables, condensadores y transformadores suelen dejar sin luz a muchos sectores ahora que el cambio climático augura intensas escaladas de temperatura que agudizan las pérdidas por el calentamiento de líneas e incrementan los usos en hogares y empresas. La actualización de la infraestructura que sustenta el suministro estaría superando en costos las posibilidades de reinversión de empresas estatales que solo logran cobrar una parte de la energía servida y dependen de elevadas inyecciones de subsidios estatales que intensifican el endeudamiento público ya crítico. Una precaria reserva de turbinas para emergencias y pausas de mantenimiento es otro factor en contra.

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