Vulnerabilidad y nueva cultura de gestión de riesgo

Vulnerabilidad y nueva cultura de gestión de riesgo

La República Dominicana está permanentemente amenazada por la incidencia de fenómenos de la naturaleza de diferentes tipos: tormentas, huracanes, tornados, sequías, terremotos, entre otros.  El cómo enfrentamos estas amenazas no debe verse como una realidad que depende de la bondad o castigo divino, pero sí de la práctica y responsabilidad colectiva. Lo cierto es que nuestra posición geográfica, la condición de pobreza de amplios sectores de la población  y los efectos del cambio climático nos hacen cada vez más vulnerables a estos fenómenos. Aunque hemos avanzado en materia de gestión de riesgos respecto al pasado, las experiencias recientes ilustran nuestras  dificultades para proteger a la población y a las economías nacional y local ante la recurrencia e intensidad de diferentes sucesos de la naturaleza.   

Ante esta situación nos preguntamos cuál es la actitud de los dominicanos y las  dominicanas, y si realmente estamos conscientes del riesgo al cual está expuesto el país. La gente común y corriente por lo general percibe el riesgo muy vinculado a lo inmediato. Por ejemplo: Meteorología anuncia que vendrá un ciclón. ¿Qué ocurre? Los supermercados repletos, algunos aseguran sus techos o las pocas pertenencias que han podido adquirir, no falta el dominó, un pote de ron, algunos rezos y que Dios nos ayude.  ¿Cómo entender esto? ¿Cómo podemos explicar este comportamiento? Quizás, el riesgo ante un fenómeno de la naturaleza es uno más de los tantos que  estamos acostumbrados a vivir.  Quizás es que el riesgo forma parte de nuestra cotidianidad.  Esta situación combina la escasa práctica de previsión y  planificación, no sólo de las familias, sino de los tomadores de decisión, que limita el conocimiento de las  amenazas constantes a las que está expuesto el país y dificulta tomar medidas que permitan protegernos sobre los impactos posibles ante la incidencia de un fenómeno natural.

Ante la ocurrencia de un fenómeno de la naturaleza, todos los países son vulnerables; sin embargo, la magnitud de la vulnerabilidad depende, precisamente, de la capacidad previsora del país que se trate.

Si comparamos a la República Dominicana con Cuba, país que ha sido expuesto a amenazas similares a las nuestras, la experiencia muestra que los daños producidos a las familias,  la economía y  la infraestructura  han sido sustancialmente más graves en el país. Esto plantea que  el país tiene el reto de diseñar y ejecutar políticas en las que se articulen el Estado  y la sociedad. Se requiere, pues,  una efectiva coordinación entre Gobierno nacional, gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad para desarrollar amplios y sostenidos procesos educativos, para lograr un cambio de práctica en la gestión de riesgo.

Es necesario institucionalizar la gestión de riesgo, empezando por la incorporación del análisis de riesgo en toda la planificación pública. Es urgente que en todo proyecto de inversión pública se haga este análisis, lo que contribuirá a mejorar la seguridad y sostenibilidad de las construcciones. Adicionalmente se hace necesario proteger las infraestructuras (puentes, presas, escuelas, hospitales y otros) con seguros de riesgos por fenómenos naturales, de manera que estas inversiones, que cuestan tanto al país, estén protegidas. Faltaría, además, revisar y aplicar las normas de construcción en edificaciones y dar seguimiento para que las mismas se cumplan con efectividad y transparencia.

Otro componente fundamental en la gestión de riesgo debe ser un  plan de ordenamiento territorial que permita organizar los asentamientos humanos. Esto implica planificar dónde y cómo pueden vivir las personas y, al mismo tiempo, organizar las potencialidades  de cada territorio, de forma que la gente pueda permanecer en su hábitat porque encuentra alternativas económicas que le permiten vivir dignamente.

En adición, se requiere medir adecuadamente los logros en la gestión de riesgo. Al respecto surge el debate sobre si se deben utilizar los mismos indicadores utilizados en el área ambiental, el desarrollo territorial o la reducción de la pobreza, o si, por el contrario, se requiere de un conjunto de indicadores más específicos 

El país deberá ampliar la visión sobre los diferentes tipos de amenazas. No sólo estamos expuestos a fenómenos lluviosos. La incidencia de tornados o de sequías prolongadas en determinadas zonas del país es cada vez más frecuente, la amenaza ante terremoto no puede considerarse como un hecho extraño, y así lo evidencia la tragedia reciente vivida por el hermano pueblo haitiano. No podemos estar de espaldas a las posibles amenazas vinculadas al mundo global en que vivimos, por lo que es necesario abrir espacio para el conocimiento del abanico de amenazas a las que está expuesto el país. 

Como se puede ver, la gestión de riesgo toca todas las dimensiones del desarrollo nacional, por lo que deber ser abordada de manera transversal.   La transversalidad exige, en primer lugar, un enfoque sistémico, integrador; implica  tener la capacidad de ver el todo y al mismo tiempo las partes. Para esto será necesario lograr un cambio de actitud, a todos los niveles, en la gestión pública y privada. El gran desafío será superar la cultura de la sobrevivencia, el escaso ejercicio de la exigencia de derechos y la  falta de disciplina para la continuidad de las acciones en el tiempo.

El país tiene la oportunidad de dar un paso importante en este cambio de actuación.  La Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 (END) ofrece la oportunidad de posicionar la gestión del riesgo como un área importante en el Sistema Nacional de Planificación. La END propone, en su Eje 4, lograr un manejo sostenible del medio ambiente y una adecuada adaptación al cambio climático, y para ello uno de los objetivos formulados consiste en  lograr una eficaz gestión de riesgos. La gestión de riesgo implícitamente se borda de manera transversal, ya que la sostenibilidad ambiental, la cohesión territorial y la reducción de la pobreza necesariamente implican la gestión adecuada del riesgo.  Algunos expertos se preguntan si será suficiente que la transversalidad de la gestión de riesgo aparezca de manera implícita o sí será necesario hacerla explicita. Esto es parte del debate actual y es el momento de que los diferentes sectores logren acuerdos sobre lo más positivo para el país.

La suerte está echada, no desperdiciemos la oportunidad para impulsar una efectiva  gestión de riesgo.

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La propuesta en el Plan Nacional

La END propone, en su Eje 4, lograr un manejo sostenible del medio ambiente y una adecuada adaptación al cambio climático, y para ello uno de los objetivos formulados consiste en  lograr una eficaz gestión de riesgos. La gestión de riesgo implícitamente se borda de manera transversal, ya que la sostenibilidad ambiental, la cohesión territorial y la reducción de la pobreza necesariamente implican la gestión adecuada del riesgo.  Algunos expertos se preguntan si será suficiente que la transversalidad de la gestión de riesgo aparezca de manera implícita o sí será necesario hacerla explicita. Esto es parte de debate actual y es el momento de que los diferentes sectores logren acuerdos sobre lo más positivo para el país. La suerte está echada, no desperdiciemos la oportunidad para impulsar una efectiva  gestión de riesgo.

Las claves

Protección

Se hace necesario proteger las infraestructuras (puentes, presas, escuelas, hospitales) con seguros de riesgos por fenómenos naturales, de manera que estas inversiones, que cuestan tanto al país, estén protegidas.

Seguimiento

Faltaría revisar y aplicar  normas de construcción en edificaciones y dar seguimiento para que las mismas se cumplan con efectividad.

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