Walter Benjamín: La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica

Walter Benjamín: La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica

Walter Benjamín nace en Berlín en 1892 en una familia judía. Su padre, Emil, fue un rico comerciante de antigüedades y su madre, Paula Shonflies, provenía de una rica familia de comerciantes. Benjamín fue un filósofo, escritor, crítico literario y traductor alemán, pensador ecléctico preocupado por la epistemología, estética, sociología, misticismo judío y materialismo histórico. Su obra reconocida después de su muerte, influyo a filósofos como Theodor Adorno, Gyorgy Lukacs y Hannah Arendt; a místicos como Gershom Scholem y dramaturgos como Bertolt Brecht.

Sus primeros estudios (1902-1912) los completó en el Friedrich-Wilhelm de Berlín. Inscrito en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Berlín se gradúa en 1919 “summa cum laude” en filosofía con una tesis sobre el concepto de crítica en el primer romanticismo alemán.

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Su ensayo titulado “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica” es su obra más conocida e importante. Los temas tratados en el ensayo influyeron en la historia del arte, la teoría de la arquitectura, los estudios culturales y temas como el papel de los medios de comunicación.

En este artículo, meteré en evidencia algunas palabras claves del ensayo, Ensayo muy famoso, muy citado, sin embargo, poco analizado con la atención que merece. Escrito en 1935 – 1936 y continuado hasta su muerte en 1940, Benjamín continuó siempre a recolectar apuntes.

El ensayo posee una impresionante potencia profética, nos revela el modo en que hoy vivimos nuestra experiencia con las imágenes, con el arte y hasta con nuestro físico. Curiosamente se publicó en alemán solo en 1955 (gracias a su amigo Adorno que recoge sus escritos en dos volúmenes), quiere decir que el autor no pudo ver su ensayo publicado en su idioma.

En 1966 la editora Einaudi publica una traducción en italiano, curada por Enrico Filippini. Con esta publicación se inicia el éxito literario del ensayo. Italia, después de Alemania, es el país en el cual Benjamín es más estudiado. De aquí en adelante se repetirán muchas ediciones, en 2011 una edición con la prefación del filósofo Massimo Cacciari. El ensayo viene publicado en la revista “Aurea y Shock”. En la portada de la revista una imagen de Liz Taylor de Andy Warhol es curioso, pues este cuadro de Warhol es de los años 50, Benjamín muere en 1940, sin embargo, la imagen de Liz Taylor de Warhol indica a la perfección la capacidad profética de Benjamín, esa capacidad de ver más allá de su tiempo.

El ensayo aparece en una revista alemana que fue cerrada por los nazis al tomar el poder. Esta revista continúa su actividad desde el extranjero y era el órgano oficial de la Escuela de Frankfurt dirigida por Hokheimer. En esta colaboraba entre otros, Theodor W. Adorno, quien discutió con Benjamín aspectos importantes del ensayo pidiendo en ocasiones modificar algunos puntos. Benjamín mantenía una estrecha amistad con Gretel Karplus, la esposa de Adorno. La relación de Benjamín con la Escuela de Frankfurt fue de luces y sombras. Benjamín pensaba resolver sus dificultades económicas con los aportes de recibía de la revista, de colegas y amigos. Estos últimos pedían continuamente modificaciones a sus textos y esto crea la duda de cuántas de estas sugerencias sean en realidad el resultado de un convencimiento de los financiadores de sus obras.

El ensayo es un escrito que Benjamín continuaba a reelaborar con adjuntas de nuevo material e informaciones. Con esto quiero decir que lo que hoy leemos es un “workingprogress”, no existe la versión definitiva realizada en vida por Walter Benjamín.

Benjamín vivió una vida dramática, de un intelectual perteneciente a una familia hebrea no practicante y totalmente asimilada a la cultura alemana que sufre el shock de una cultura que en un cierto momento los rechaza y los persigue. Tratando de escapar de Francia ocupada por los nazis, viene detenido en la frontera entre Francia y España (en los Pirineos). Con el temor de ser entregado a los nazis por los soldados españoles para luego ser enviado a un campo de concentración y exterminio, se quita la vida en la noche entre el 26 y el 27 septiembre de 1940 con una sobredosis de morfina que llevaba con él para cualquier avenimiento extremo.

Esto sucedió en Portbou, un pueblecito español cerca de la frontera francesa, donde fue realizado un pequeño memorial funerario que mira el Mediterráneo diseñado por el israelí Dani Karavan.

El ensayo es una obra que ha creado gran interés y ha influenciado la cultura del segundo 900 y de nuestro siglo XXI, el ensayo ha puesto en evidencia las cuestiones de los “mass media”, dando a este término una validez de carácter filosófico.

Una de las primeras reflexiones de Benjamín es sobre la posibilidad que la obra de arte pueda ser reproducida infinitamente y ofrecida a una recepción simultánea y colectiva luego de la invención de la fotografía.

¿La fotografía tiene derecho de entrar en el olimpo de las bellas artes?

¿Cómo viene transformado ese concepto que tenemos de la obra de arte?

Después de la llegada de la fotografía, nuestra relación con el arte nunca será el mismo, Benjamín sostiene que la fotografía es también obra de arte reproducible al infinito, recordando que las obras de artes han sido siempre reproducidas con procedimientos que permiten una circulación y proliferación de las mismas, como, por ejemplo, el calco, la fusión, las copias de bodegas, etc. La fotografía imprime una velocidad, un potenciamiento de la posibilidad de reproducción.

Desde este punto de vista podemos hacer un ejemplo (que Benjamín no hace). Un ejemplo de la obra de arte por excelencia: la Mona Lisa de Leonardo. Ninguno pone en dudas que la Mona Lisa sea una obra de arte, considerada el paradigma del arte, obra que ha sido retomada, citada infinitamente por la publicidad o por los mismos artistas que han sentido la necesidad de intervenirla metiéndole bigotes como Duchamp, bigotes a la Dalí, engordada por Botero, multiplicada por Andy Warhol, desfigurada por Basquiat, etc.

La misma celebridad, su paradigma, unicidad impiden hoy la percepción de la Mona Lisa. Si visitamos el Museo del Louvre, encontramos los guardianes desesperados por los turistas que preguntan dónde está la habitación de la Gioconda (Mona Lisa), tanto así que han colocado en los pasillos un cartel escrito a mano “Mona Lisa thisway”. ¿Qué sucede cuando entramos en la habitación de la Gioconda? Debemos combatir contra una marea de turistas japoneses, con sus cámaras de video y celulares, cuando finalmente logramos penetrar ese muro de gente, lo que vemos de lejos no es la Mona Lisa, sino nosotros mismos reflejados en el vidrio de gran espesor antibalas que la protege. A este punto nos viene la duda que quizás la Mona Lisa es más visible si vamos al Book Shop y compramos una corbata, un bolso, una taza o una camiseta y nos la llevamos estampada a casa, etc. O ni siquiera salir de casa para andar al Louvre, verla en documentales a alta resolución que nos muestran la obra y sus mínimos detalles, delante de la obra estamos obligados a mantener una distancia, no podemos acercarnos, no podemos tocarla, es la política del consumo de la obra de arte. Estar en casa y disfrutar de los detalles gracias a la posibilidad de digitación de las imágenes que ninguna visión desde el vivo podría conceder. Este es un modo de introducir uno de los conceptos más fundamentales del ensayo. El concepto de AURA. ¿Qué es el Aura? El Aura no es una cosa, es más bien una atmósfera, una sensación que nace al encuentro con una obra de arte que es original, auténtica, determinada, dice Benjamín de su “Hic et Nunc”, de su “Aquí y Ahora”, algo abstracto que está allí en su espacio y no en ninguna otra parte. Es algo que pretende que tú te levantes de la silla, salgas y vayas a verla. Vas hacia la obra de arte a través de un movimiento que asemeja a un peregrinaje de carácter religioso. Es lo que hacían los grandes intelectuales del 700 y 800 lo que se conoce como Grand Tour. Es un proceso que antes se conocía con el nombre de Autopsia, o sea ver con sus propios ojos, ningún histórico de arte, ningún anticuario, ningún arqueólogo, ningún intelectual podría decir “vi tal obra en reproducción, en litografía o estampada, se necesitaba hacer Autopsia, osea ver con sus propios ojos.

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