WASHINGTON (EFE).- La Casa Blanca movilizó ayer a los agricultores y ganaderos de EEUU para que ahoguen las quejas del sector azucarero, el único que rechaza totalmente el pacto comercial firmado con América Central y la República Dominicana.
En una rueda de prensa en el Congreso, el Gobierno divulgó una carta firmada por 56 asociaciones agropecuarias en favor del Tratado de Libre Comercio (TLC), que debe ser ratificado por la legislatura para entrar en vigor.
Los firmantes reflejan un amplio espectro de productores, que van desde la Asociación de la Manzana de Estados Unidos, hasta el Instituto de Fertilizantes y el Instituto de Comida para Mascotas.
También están grupos con más peso, como asociaciones de productores de grano, maíz, pollo y carne de res.
«La agricultura estadounidense, con una excepción que estoy seguro que todos ustedes conocen, apoya de forma enérgica este tratado comercial», dijo en la rueda de prensa el presidente del comité de agricultura de la Cámara de Representantes, el republicano Robert Goodlatte.
Goodlatte aprovechó la ocasión para anunciar su respaldo «firme» al TLC firmado con Honduras, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador y la República Dominicana.
La excepción a la que aludió son los productores y procesadores de caña de azúcar del sur de EEUU y los de remolacha del norte.
El Representante de Comercio Exterior de EEUU, Robert Portman, reiteró que el aumento de las exportaciones centroamericanas y dominicanas de azúcar que permitirá el TLC será «mínimo».
«La cantidad de azúcar que entrará en nuestro país será en su punto máximo el 1,5 por ciento de nuestra producción, que es menor que la fluctuación anual de la producción», dijo.
El pacto eleva la cuota de sacos de azúcar que América Central y la República Dominicana podrán vender en Estados Unidos, aunque no a los niveles de hace una década y no permitirá nunca el libre comercio de este alimento.
Pero esto ya es mucho para los productores estadounidenses. Phillip Hayes, un portavoz de la Alianza del Azúcar de EEUU, un grupo empresarial, pronosticó que el TLC con Centroamérica y la República Dominicana le costará al sector «cientos de miles» de puestos de trabajo.
«El peligro mayor es el precedente que sentaría», puesto que otros 21 países productores de azúcar están a la espera de negociar acuerdos comerciales con EEUU, explicó Hayes.
Pero el rechazo del acuerdo crearía también otro tipo de precedente, según una carta enviada por los seis ex secretarios de Agricultura vivos a todos los congresistas, que fue divulgada hoy.
En ella mantienen que su defunción tendría un impacto «devastador» sobre la capacidad de EEUU de negociar otros acuerdos y «paralizaría» la Ronda de Doha de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Además de legisladores republicanos de estados azucareros, al acuerdo también se oponen la mayoría de los demócratas porque creen que no protege suficientemente los derechos laborales.
El Gobierno estadounidense se ha mostrado inflexible a las objeciones del partido de la oposición, pero sí ha hecho concesiones proteccionistas a la industria textil, que le han ganado un apoyo parcial del sector.
Actualmente, la administración se concentra en diluir las protestas de los azucareros resaltando los beneficios que el pacto traería a la agricultura y el resto de la economía estadounidense.
La semana pasada, el «número dos» del Departamento de Estado, Robert Zoellick, dijo que los productores azucareros impiden, con su postura, la ampliación de las exportaciones de otros sectores.
«Tal vez el resto de los agricultores y rancheros del país concluirán que no es justo para ellos», afirmó entonces.
Ellos parecen estar de acuerdo. «Normalmente en los acuerdos comerciales, cada parte espera que las concesiones que recibe equilibren a las concesiones que otorga», afirma la carta de las asociaciones agropecuarias.
«Excepcionalmente en el TLC (con Centroamérica y la República Dominicana), el acuerdo agrícola está muy inclinado a favor de Estados Unidos», añadieron.
Es un mensaje que puede seducir a los legisladores de EEUU, pero que debería causar inquietud a los productores centroamericanos y dominicanos que tendrán que competir con los alimentos que llegarán del Norte si el acuerdo entra en vigor.