Washington y la crisis haitiana

Washington y la crisis haitiana

Bernardo Vega

Al igual que en el caso de Juan Bosch, Jean Bertrand Aristide fue derrocado en septiembre y a los nueve meses del inicio de su gobierno. Ocurrió en 1991. Como consecuencia, a la Florida llegaron en bote unos 15,000 haitianos quienes inicialmente fueron ubicados en una base militar en ese Estado y luego transferidos a Guantánamo. Después de un tiempo, fueron devueltos a Haití.

Hoy día Washington, y sobre todo las autoridades de la Florida, un Estado clave en el proceso electoral norteamericano de la semana que viene, temen que se repita ese éxodo, el cual se ha visto limitado en las últimas semanas por la escasez de gasolina en Haití con qué impulsar botes. De todas maneras, ya hay un guardacostas norteamericano frente a Puerto Príncipe y se habla de establecer un patrullaje adicional en la costa norte haitiana para así crear un cordón sanitario. Aunque los haitianos prefieren migrar hacia Estados Unidos, Canadá, Europa, Brasil y Chile, es obvio que bajo las condiciones actuales su única opción es cruzar la frontera dominicana, hacia donde también han emigrado elementos de sus clases media y alta, al igual que lo hicieron cubanos en la década de los sesenta y venezolanos posteriormente.

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El envío de un contingente militar a Haití para destruir a las bandas que controlan ese país se ha visto afectado por la realización dentro de pocos días de las elecciones congresuales norteamericanas. Aunque no está definido, luciría que los integrantes de ese contingente militar incluirían a canadienses y de varios países de Caricom, así como el financiamiento de parte de Washington de mercenarios norteamericanos y el uso de drones.

¿Cómo enfrentar la creciente migración de haitianos a nuestro país cuya presencia bien puede estar en unas 750,000 personas, equivalentes a un 7% de nuestra población? Se sabe que los militares dominicanos en la frontera piden dinero para dejar pasar y que no existe la voluntad política para ejecutar lo que ya en una ocasión, hace muchos años, se hizo: reunir las tropas y quitarle las insignias de sus hombros a un soldado que traficó con haitianos para así sacarlo de las fuerzas armadas en forma pública y deshonrosa. Los empresarios tampoco están dispuestos a cumplir con el Código de Trabajo que exige un 80% de dominicanos, lo que en algunos cultivos agrícola implicaría una necesaria mecanización, algo más económico que pagarles mejores sueldos a los dominicanos. Tampoco han estado nuestros Gobiernos dispuestos a hacer cumplir con ambas condiciones.

Se acusa falsamente al Gobierno dominicano de estar pensando en instalar campamentos fronterizos para allí ubicar haitianos que reclamen asilo político. Hasta donde sepamos ningún haitiano que haya cruzado la frontera, legal o ilegalmente, ha pedido asilo político.