Wenceslao Troncoso – La Placetica de los Curas (recuerdo de la infancia)

Wenceslao Troncoso – La Placetica de los Curas (recuerdo de la infancia)

En diferentes oportunidades, la investigación antológica de nuestra ciudad se han referido al significado histórico de «La Placetica de los Curas». En una carta de mi padre sobre este tema dirigida a Trujillo, le dice, entre otros datos: «Cuando estuvo aquí Rudolph Cronau, el famoso arqueólogo alemán a quien nuestro país le debe la mejor defensa de la autenticidad de los restos de Colón, se complacía en ir a la Catedral dirigiéndose a ella desde la calle Padre Billini, porque, decía, le parecía trasladarse a los primeros años de la colonización y ver la mano civilizadora del conquistador español. En los días del centenario de la República, cuando vino el Marqués de Tena, en su memorable conferencia de la Casa de España, hizo referencia particular de ese evocador rincón del pasado». (fin de la cita).

Como una contribución a las generaciones actuales y futuras del valor histórico y arqueológico de la Primera Ciudad del Nuevo Mundo es oportuno hacer referencia cómo estaba constituida la Placetica de los Curas. Es sabido que esa Placetica fue bautizada con el nombre «Plazoleta Sánchez Ramírez», ubicada al sur de la Basílica Menor de Santa María, nuestra vieja Catedral Primada de América.

Tan evocador paraje tenía en su residencia distinguidas familias de nuestra sociedad. En la casa situada en la esquina de la calle en la actualidad con el nombre de Arzobispo Nouel, antes Santo Tomás y primitivamente Del Arquillo, residía la familia Bonetti. Bordeando la Placetica, en orden sucesivo, la casa vecina a la citada servía de residencia a la notable poetisa y mujer de mucha cultura, doña Amelia Francasi. Inmediatamente la colindancia de doña Amelia era ocupada por doña Amelia Cohén viuda Sánchez, madre de Enrique Sánchez Cohén (Quico), quien era reconocido como un ser pacífico, fue más tarde director del pequeño museo en el área del Alcázar de Colón. Quico, cuando estalló la revuelta civil de 1965 se consideró con el deber de velar por lo que a él le encargaron, pero tuvo la fatalidad de morir a causa de la herida producida por una bala perdida de aquellos turbulentos días.

En la casa siguiente que ya hacía esquina con el Callejón de los Curas, residía la familia de don Alvaro Logroño (hijo de Monseñor Meriño) y su esposa doña Isaura Cohén.

En frente de esa casa, en el otro costado del Callejón de los Curas, arriba del cual aún se conserva el arco con una cruz en lo alto, residía la familia de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha y Alicia Sánchez Abreu de Troncoso. En la casa contigua, la única de dos pisos, servía de residencia a Jesús María Troncoso Guillén y su esposa Baldomera de la Concha Silva (ésta última nacida el 27 de febrero de 1844, mientras su padre, Wenceslao de la Concha, se encontraba en el Baluarte del Conde, junto con Mella, y los demás próceres que dieron el Grito de la Independencia).

En la construcción siguiente, ya haciendo esquina en la calle Isabel La Católica (antes la Del Comercio y primitivamente la Del Caño), residió por muchos años el matrimonio de don Malico Pimentel y doña Felipita Imbert (ésta última tenía tía del general Antonio Imbert Barrera). Esta casa fue ocupada luego por Parmenio Troncoso de la Concha y su esposa Luvinda Sánchez Abreu (Alicia y Luvinda eran hermanas; Manuel de Jesús y Parmenio eran hermanos, lo que, como se ve, fueron dos hermanos casados con dos hermanas).

La Placetica en la antigüedad servía de cementerio donde fueron sepultados varios vecinos en épocas remotas. Muchos años atrás se observaban vestigios de piedra indicativas de sepulturas. En ocasión de un aguacero torrencial muy prolongado, una parte del suelo se resblandeció de tal manera que surgieron a la superficie huesos de seres allí sepultados.

Al día de hoy, la Placetica, bien ornamentada con detalles atractivos, conserva, hasta donde ha sido posible, su valiosa imagen histórica.

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