Whang-od, el mito de la última tatuadora de la tribu filipina Kalinga

Whang-od, el mito de la última tatuadora de la tribu filipina Kalinga

Buscalan (Filipinas). Perdido entre las terrazas de arroz del norte de Filipinas, el diminuto pueblo de Buscalan acoge a uno de los tesoros más preciados de la cultura filipina- la última tatuadora tradicional de la tribu guerrera de los Kalinga.

Whang-od, una diminuta anciana de 92 años, recibe la visita de turistas y fanáticos del tatuaje que viajan hasta la provincia de Cordillera, una de las zonas más recónditas de Filipinas, para llevarse grabada en la piel una de sus conocidas obras de arte.

“Para nosotros no se trata de una moda, es parte de nuestra cultura”, señala a Efe el filipino Asiel de la Fuente, un clérigo de la Iglesia Evangelista que, junto a su mujer, ha decidido dedicar sus escasos días de luna de miel a visitar a la famosa tatuadora.

La pareja de recién casados ha sufrido más de 24 horas de viaje continuo en todo tipo de vehículos por estrechas carreteras de montaña, consideradas de las más peligrosas -y también de las más espectaculares- del archipiélago asiático.   Después, una hora de caminata entre la vegetación y las imponentes terrazas de arroz hasta Buscalan, donde no ha llegado ningún medio de transporte.

Ahí, entre destartaladas casas de madera y aluminio, les recibe con gesto de indiferencia Whang-od, el miembro más ilustre de los Kalinga, una tribu guerrera que durante más de mil años ha utilizado los tatuajes para premiar la valentía de sus hombres y decorar el cuerpo de sus mujeres.   Tras una breve negociación para acordar el precio del tatuaje, que se fija en 500 pesos (unos 10 euros), Whang-od comienza a preparar la sustancia que penetrará la piel de sus clientes, una mezcla de agua y la ceniza que queda en los fogones de su casa después de cocinar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas