Los súper-famosos cables de Wikileaks han levantado ronchas en todo el mundo y  también en nuestro país, beneficiando a algunos negociantes de la información y la comunicación utilizando la técnica del “momento” en contra o a favor del protagonista del chisme para publicar los cables, jugando al mejor postor para airear o guardar los datos, abriendo o cerrando cloacas para que la inmundicia salga cuando deje mayores beneficios.

Lo verdaderamente impactante es, que lo planteado como probable con los cables de Wikileaks, se da en forma frecuente en algunos medios de comunicación dominicanos, donde dueños de programas y personajes vinculados de diversa categoría, cobran por decir o callar datos comprometedores de cargos o reputaciones de supuestos honorables de nuestra sociedad, como forma vergonzosa de compra y venta de  silencios o denuncias que podría progresar hasta niveles de fatalidad individual o colectiva.

Los rejuegos noticiosos con Wikileaks me recordaron la historia que  escuché sobre una joven madre de un gran país latinoamericano que no podía comprar un medicamento costosísimo y fue a solicitar ayuda al ministerio de salud, y allí alguien ofreció conseguirlo por la mitad del precio en farmacias privadas, siendo, en realidad, un producto de donación, gratuito, para la población indigente.

Un medio de comunicación le propuso realizar la transacción usando cámara secreta y comprobaron vínculos de parientes del ministro de salud con el fraude del medicamento.

La conclusión fue que no se publicó la noticia porque la joven madre no disponía de recursos para pagar la denuncia y la otra parte tenía mucho dinero para pagar el silencio. Ojalá que situaciones de esta naturaleza no se den en nuestro país.