«Wilma» se va de Florida dejando una gran estela de destrucción

«Wilma» se va de Florida dejando una gran estela de destrucción

Por Enrique Merino
Miami (EEUU), 24 oct (EFE).- Dueño absoluto de la noche, el huracán «Wilma» se paseó a su antojo por una desolada Miami, dejando a su paso una estela de destrucción y convirtiendo a esta ciudad y sus alrededores en un lugar fantasmagórico con las gentes atemorizadas recluidas en sus casas.

   Tras perderse en el océano Atlántico después de barrer de oeste a este el sur de la península de Florida, «Wilma» ha dejado un rastro de destrucción que ha comenzado ya a valorarse con la certeza de que la factura se elevará a miles de millones de dólares.

   «Wilma» se ha cobrado la vida de un hombre aplastado por un árbol, ha tirado hileras enteras de árboles, ha sacudido marinas con cientos de barcos de recreo, ha destrozado la red eléctrica y dejado sin luz a más de tres millones de usuarios.

   Sin semáforos, con muchas calles anegadas, la circulación por Miami y sus alrededores se hace con lentitud observando la magnitud de los elevados daños, tanto en infraestructura como en casas y edificios de oficinas.

   Para José del Cueto, un cubano de origen asturiano, Wilma», que atravesó Miami con una categoría 3 en la escala Saffin-Simpson, de un máximo de cinco, remató de manera trágica el azote del otro huracán más reciente, «Katrina», que golpeó con fuerza el sureste de Florida de manera imprevista cuando los meteorólogos pronosticaban que se trataba de una tormenta tropical.

   Cueto vive en una casa del barrio de Shenandoa, en Miami, y sufrió al ver cómo «Katrina» se llevó un árbol caoba de 80 años. «Wilma» se llevó ahora el árbol gemelo, que había crecido junto al primero.

   «Mi hermana dijo que mientras ella viviera nadie podría cortar esas caobas. Cuando «Katrina» se llevó al primero, le quedó como consuelo el segundo. Y ya ve…ahora ya no está ninguno de los dos», dijo.

   De 65 años de edad, Cueto muestra no sin cierto orgullo las heridas que sufrió en su brazo izquierdo cuando, según relató, las puertas francesas de su casa se abrieron de par en par con la furia de los vientos.

   «Estuve -explica- una hora sujetándolas sin poder cerrarlas hasta que mi hija me trajo un tablón, un martillo y clavos para sujetarlas».

   Rafael Tejeda, de 42 años, que lleva viviendo en el mismo barrio desde que tenía 5 años, comentó a EFE que pasó una noche de espanto, como los demás vecinos que a su alrededor asienten.

   «Mi casa salió indemne, pero tengo miedo de ir a ver otro apartamento que tengo porque no sé si habrán aguantado los grandes ventanales», afirma Tejeda.

   «Yo no quiero ir a ver mi negocio inmobiliario por si acaso, me temo lo peor», dice Cueto.

   Por cualquier lugar que se circule hoy en Miami y sus alrededores como Coconut Grove, Coral Gables o el centro financiero de Brickell es complicado orientarse porque las calles se han convertido en laberintos por la enorme cantidad de árboles caídos.

   Los vientos de 200 kilómetros por hora han causado todo tipo de estragos y a su capricho han colocado en tierra firme muelles con barcos de recreo o convertido en canales navegables algunas calles cercanas a la costa.

   En Coral Way, una de las avenidas más emblemáticas que une Coral Gables con Miami, los tablones volados de un edificio en construcción cruzaron la calle e impactaron en edificios de oficina y la sede de Terra Bank.

   «Me quedé de guardia durante toda la noche por si ocurría algo grave y ya ve los destrozos», explica Jean Benliss, el encargado de mantenimiento.

   Benliss, de origen nicarag~ense, lleva 15 años en Florida y cuatro trabajando en el edificio, y confiesa que nunca había vivido algo semejante.

   En el octavo piso se encuentra la emisora de radio 1360 WKAT que estuvo transmitiendo hasta que a las seis de la mañana se cortó la electricidad.

   A falta de luz, Julie Cramer, técnico de sonido, contempló asustado cómo se empotraban tablones de madera en las ventanas. Del desorden y destrozo interior se encargó posteriormente las oleadas de aire que durante más de cuatro horas han castigado con enorme intensidad Miami y sus alrededores.

   Al igual que el Terra Bank, «Wilma» se cebó especialmente en el distrito financiero de Brickell con edificios de otras sedes de banco.

   «Es como si ‘Wilma’ tuviera una deuda especial con los bancos», asegura con cierto humor Jean Benliss, que observa con precaución el enorme trabajo por delante para reparar los destrozos causados por el huracán. EFE

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