Wilson

Wilson

CHIQUI VICIOSO
La última vez que ví a Wilson iba cruzando la Nouel con Duarte.  Como siempre, estaba flaco y mal vestido y esta vez le había añadido a su porte estrafalario unos viejos tenis rojos y una destartalada motocicleta.  Pensé ¡otra vez tendremos que soportar a este personaje!, que en la zona colonial fue el azote de todos y todas los que nos sentamos a tomar un café o un vino en la Atarazana.  Una semana mas tarde lo aplasto una patana, de lo cual me entere cuando me encontré con sus compañeros de la Secretaria de Cultura, camino a su misa de difuntos en la iglesia San Miguel.

Wilson fue uno de los tantos «lumpenes cultos» a quien Tony Raful le dio empleo y a quien el trabajo doto de un nuevo sentido de la autoestima.  Así, me contaron luego, Wilson tomo todos los cursos técnicos ofrecidos por la institución, dejo de fumar, de beber, de marihuanarse, y cuando estaba listo para regresar a la sociedad la muerte decidió que fuera a ocupar su lugar en el proletariado celestial.

He pensado en el en estos días en que leemos los impactantes reportajes sobre Navarrete y «Las Naciones» y me he reafirmado en mi convicción de que solo la oportunidad de educarse y tener un empleo cambiara el modo de pensar y actuar de la mayoría de los jóvenes empobrecidos de nuestro país que hoy malgastan sus vidas en mortales juegos de indios y vaqueros.

«Los empresarios que somos empresarios, no asaltantes del Estado, queremos ayudar»; «Los dominicanos que queremos preservar la nación, queremos ayudar»; «Las madres queremos ayudar», ¡Dígannos como!, y he aquí cinco recomendaciones sobre el como quizas podria intentarse:

1) El jefe de la policía, podría integrar a su comisión de trabajo en los  barrios, junto a la policía comunitaria, uno o dos representantes del sector empresarial interesado; de la Secretaria de Trabajo, Educación, SEREX , el CONANI, Pastoral Juvenil e iglesias Evangélicas, como grupo de apoyo (ofrezco mis servicios).

2) El señor Presidente podría autorizar a la policía, con una infraestructura establecida a nivel nacional más sólida, a combatir la droga  directamente, no solo a referir, en esos espacios de impunidad que son los barrios, donde la Dirección Nacional de Drogas no llega, como lo evidencia el hecho de que los puestos de droga operan cerca de los destacamentos policiales.

3) La Iglesia, ONGs y la propia policía podrían contribuir a la formación de comités de madres en los barrios.  Estos a su vez podrían convertirse en los mediadores por excelencia entre la comunidad, la policía y el sistema judicial.  Hay un método de mediación, inventado por una dominicana en Nueva York, Mary Gratereaux, para descongestionar la cárceles que ha tenido mucho éxito y re- conocimiento,  y ella esta dispuesta a venir y asesorar su implementación.

4) Los medios de comunicación, conjuntamente con el Sindicato de Periodistas,  la ADORA y la asociación de agencias publicitarias, podrían desarrollar una campana tenaz, sistemática y permanente contra la violencia y sus secuelas, comenzando con la violencia domestica, de padres contra hijos, institucional y cultural.

5) Dado que Puerto Rico tiene el mas alto nivel de drogadicción de las Ameritas (un espejo en el cual mirarnos)  y el consecuentemente uno de los mas altos niveles de violencia, y esta tan cerca, podríamos buscar asesoría sobre sus programas comunales de intervención.

No estoy segura de si con estas cinco recomendaciones rindo tributo a jóvenes como Wilson, pero por algo hay que comenzar a frenar todas las patanas, las reales, las metafóricas y las organizadas.

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