El senador y magnate banilejo Wilton Guerrero Dumé, de quien no disfruto la presea de conocer, resulta el legislador más lampiño de lengua, comparado en la Cámara Baja por Fidelio Despradel Roque, ha denunciado que los comandantes policiales, con condignas excepciones, son unos delincuentes, juicio de valor que es un eco de la sociedad, que valido.
El más reciente caso de manejo irregular de un comandante policial es el del coronel PN Nelson Valenzuela Madera, comandante de la dotación policial de Moca, involucrado en un falso positivo colocado al dirigente civil Juan Comprés, a quien el coronel citado acusó de poseer sustancias controladas.
Los llamados “falsos positivos” resultan de vieja data, desde la tétrica Era de Trujillo cuando se acusaba a un “indiferente” de poseer un arma de fuego, la de igual curiosa numeración siempre. Idéntico a la famosa granada reiterada de los sangrientos Doce Años del presidente Joaquín Balaguer.
Pero en el estilo democrático que concibió el presidente Juan Bosch y que estrenó el PRD en el gobierno del presidente Antonio Guzmán, los “falsos positivos” desparecieron, como los deportados y presos políticos, que el presidente Balaguer definía como “políticos presos”, conociéndose que una democracia con presos políticos, como acontece hoy desgraciadamente en Venezuela, no es una democracia, sino una caricatura del sistema político que enardeció a Alexis de Tocqueville.
El presidente Danilo Medina debe tener muy en cuenta y en alto este principio democrático de quien alega es su mentor, pero no de palabra, sino con hechos, porque lo primero sin conecta con lo segundo, es una farsa, y disponerse a actuar eliminando los odiosos “falsos positivos”, que dañan su reputación como gobernante respetuoso de los derechos civiles, y no por omisión, su verdugo.