Xuzhou: el otro ejército de terracota

Xuzhou: el otro ejército de terracota

El museo donde se encuentra este poco conocido ejército de terracota se encuentra a tres kilómetros a las afueras de Xuzhou, al pie de la llamada “Montaña del León” (Shizishan), un lugar que la ciudad quiere aprovechar para atraer turismo

El Ejército de Terracota de Xian, formado por unas 8,000 estatuas de soldados, sirvientes y caballos, se ha convertido en una de las atracciones más visitadas en China, con tres millones de turistas cada año. El emperador Qin Shihuang (primero de la historia de China) ordenó su construcción para que las figuras lo protegieran y acompañaran en el más allá.

Lo que muchos no saben es que este ejército de arcilla no es el único que los emperadores chinos idearon: a unos 500 kilómetros al este de Xian, en una ciudad llamada Xuzhou, se encuentra otro ejército también enorme -–4,000 soldados- e igualmente hecho en terracota, aunque con un aspecto muy diferente.

Los soldados de este otro ejército de arcilla posan ante la historia de la misma forma que los de Xian: en estricta formación, armados y con expresión guerrera. Se agrupan en largas hileras, la mayoría de pie, aunque también los hay arrodillados y montados a caballo. La principal diferencia de esta armada es que las figuras miden apenas medio metro: son una enorme tropa de “gnomos” a las afueras de Xuzhou, ideada por Lu Wu, soberano de un reino (llamado Chu) vasallo de los emperadores Han del Oeste (206 a.C.-24 d.C.)

Las pequeñas figuras de Xuzhou, en las que también hay carros tirados por caballos, músicos y sirvientes, fueron concebidas por el emperador Liu Zhu para que lo acompañaran en el otro mundo, aunque las creencias en esa dinastía, al parecer, ya no requerían que las figuras tuvieran tamaño natural, ni reprodujeran fielmente las facciones y ropas de los soldados reales, por lo que el ejército de terracota Han es, según los vecinos de Xuzhou aseguran, “más artístico y con mayor imaginación” que su hermano mayor de Xian. Las tropas modeladas en Xuzhou fueron descubiertas en 1984, diez años después de que el hallazgo de Xian revolucionara la arqueología.

Como en el caso de Xian, el terroso ejército de Xuzhou posee una fosa con soldados mejor conservada que las demás, estrella del museo que se ha erigido sobre esta colección, mientras que tres fosos de infantería han quedado bastante maltrechos por el paso del tiempo, y otros dos, situados hoy en día en una sala subterránea bajo un estanque, eran el lugar de la caballería, con decenas de caballos y carros que en algunos casos sí se han conservado.

La guía del museo explica que el rey Liu Zhu fue obligado a suicidarse, y su mausoleo y ejército de terracota se edificaron “en muy poco tiempo y con prisas”. Tal vez esa es la razón del pequeño tamaño de sus figuras, que las hace, sin embargo, más divertidas y entrañables que sus “hermanos mayores” de Xian. Pese a esas “prisas”,  todo parece creado con gran cuidado para que el soberano, en la tumba cercana, tuviera todo lo necesario para vivir en el mundo de los muertos con el mismo lujo y poder que en el de los vivos. Según los entendidos, las estatuas de estos soldados se enfocan sobre todo “en su mundo interior y su espíritu”, más que en sus características reales.

INTERÉS TURÍSTICO Y CULTURAL

 Este desconocido ejército de terracota está ubicado a tres kilómetros en las afueras de Xuzhou, al pie de la llamada “Montaña del León” (Shizishan), un lugar que la ciudad quiere aprovechar para atraer turismo y convertirse en una posible parada en el camino para los turistas que, por ejemplo, viajen desde Xian a Shanghai.

Además del “mini-ejército de terracota”, Xuzhou cuenta con varias tumbas de príncipes y nobles de la dinastía Han, un museo con excepcionales obras de arte de aquella época –-mención especial merecen las máscaras y momias recubiertas de jade, no muy frecuentes en otros museos chinos- y espectáculos en los que actores recrean deportes, bailes y ceremonias de la época Han, vista por los chinos como una de las más esplendorosas de la historia del país.

La ciudad, a orillas del río Huaihe -tercero más largo de China-, se siente un poco olvidada por el Gobierno central y el de su provincia, Jiangsu. Quiere reivindicarse como un nuevo foco económico y cultural del este del país, e incluso podría ser que en el futuro se convirtiera en la capital de una nueva provincia del país, llamada “Huaihe”, según asegura Zhu Guangwei, director del Departamento de Asuntos Exteriores del gobierno local.

Para reivindicarse, nada mejor que destacar la importancia histórica del lugar como cuna de la dinastía Han, aunque esta tendencia a recuperar su pasado más glorioso se repite en otros lugares del país, que aseguran ser cada uno de ellos el “auténtico origen de la civilización china”, ya que éste es difícil de determinar por los arqueólogos y son muchos los lugares de China que compiten por ello.

Xuzhou alega en su favor que fue en esa ciudad –entonces llamada Pengcheng- donde nació Liu Bang, el primer emperador de la dinastía Han (que derrocó a la Qin). Aunque no fue la primera dinastía, sí es una de las más importantes -no en vano los chinos se denominan a sí mismos “Han”- y en ella se desarrollaron las principales invenciones chinas, la Ruta de la Seda y las principales formas del arte oriental. Además, marcó la entrada del budismo, procedente de la India, en la civilización china.

Xian, entretanto, celebra en los últimos años ceremonias de exaltación del Primer Emperador; y  Zhengzhou, también en el centro del país, asegura que allí nació el Emperador Amarillo (ser mítico que según la leyenda es padre de todos los chinos). Otra ciudad en discordia es Qufu, no lejos de Xuzhou, donde se celebra cada año el cumpleaños de su vecino más ilustre: Confucio, padre de la filosofía oriental.

EFE-REPORTAJES.

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