¿Y ahora?

¿Y ahora?

En menos de tres meses, tomando como punto de referencia el 16 de agosto de este año, fecha del cambio de Gobierno, la cotización del dólar ha descendido más de un 50% del valor más alto que alcanzara durante la crisis financiera y monetaria del país, que fue de poco más de RD$57 x US$1.

Se suponía que para estos tiempos, los precios de los artículos de primera necesidad habrían seguido la tendencia del mercado cambiario, y habrían quedado desmontadas en las debidas proporciones las alzas atribuidas a la alta cotización del dólar.

En principio el comercio, voraz e irreverente, trataba de justificar los sobreprecios con el argumento de que, de no hacerlo así, se descapitalizaría y no podría reponer inventarios debido a la tendencia alcista que mantenía el dólar.

Ahora, desmontada la tasa de cambio hasta niveles que están por debajo de la mitad de la cotización más alta alcanzada, los comerciantes mantienen altos los precios, argumentando una buena parte que la culpa de las alzas es de la reforma fiscal puesta en vigencia.

-II-

Si bien es cierto que el mecanismo de control de precios más idóneo lo determina la mutua relación entre la oferta y la demanda de bienes y servicios, en situaciones como la actual el Gobierno está en la obligación de obligar al mercado a asumir un comportamiento racional, concordante con los cambios de factores tan influyentes y decisivos como la cotización del dólar.

No es posible que interviniendo el dólar, como realmente interviene, en los costos de prácticamente todo en este país, la baja de su cotización no tenga prácticamente ningún efecto en los precios de muchos artículos de primera necesidad.

No tiene justificación alguna que el precio de la libra de un mismo tipo de arroz cueste en un colmado hasta ocho pesos más que lo que vale en el Mercado Nuevo. Y ese no es el único caso, pues un trabajo de nuestra reportera Llenis Jiménez, que se publica en esta misma edición, establece que hay diferencias de precio monstruosas en artículos de primera necesidad de un mismo tipo en colmados y en ese mercado.

Esas diferencias de precios indican que hay especulación desmedida con los precios, aparte de que descalifican el argumento que trata de culpar a una reforma fiscal que, en todo caso, afectaría por igual a todo el comercio, no solo a los dueños de colmados.

-III-

Siempre hemos insistido que si la relación entre oferta y demanda es la que ha de regir los precios, el Estado, sobre todo en lo que concierne a artículos de primera necesidad, tiene que establecer reglas que permitan verificar la correspondencia entre los precios, los costos y los topes de rentabilidad.

Un mecanismo de esta naturaleza podría parecer complicado, particularmente en un mercado de bienes y servicios con alta incidencia de intermediación. Sin embargo, estos controles existen y funcionan bien en otros países con características similares a las nuestras.

Definitivamente, hay que lograr que los precios le sigan el rastro a la cotización del dólar y que se frene el abuso que el comercio, insaciablemente voraz, está cometiendo contra la población.

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