El temor al virus que azota el mundo y mantiene en vilo gran parte de la humanidad, ha provocado diversas teorías. Y no me refiero a la manera de enfrentar la pandemia desde el punto de vista médico, clínico ni científico para contrarrestar sus efectos mientras aparece una vacuna; sino a propuestas de personajes pertenecientes fundamentalmente a sectores de poder.
Algunos de ellos coinciden en lo mismo: Que hay que dejar que todo transcurra de forma normal. Que las economías, empresas y negocios retornen a la normalidad lo antes posible. Que los jóvenes resistirán los efectos y sólo correrán mayores riesgos las generaciones de más avanzada edad. Llegando algunos a expresar, que los que pertenecemos a las generaciones que sobrepasamos los 70 o 75 años, somos egoístas, pues debemos sacrificarnos en aras de nuestros descendientes. Muy bonito. Y hasta poético
En medio de esta cuarentena, y producto de las llamadas de solidaridad de muchos amigos y relacionados por el fallecimiento de Mamá, Mamaíta como le gustaba que le dijéramos, tratando de darme aliento, hablamos de otros temas. Y más de uno de esos amigos tocó el tema de que algunos nos denominan generación egoísta.
Probablemente esos nuevos patriarcas que piden sacrificios de una generación, que según ellos ya cumplieron su rol, ni se enteró quién fue Thomas Malthus. Creador de lo que se llamó el maltusianismo, en tiempo de la revolución industrial.
Y cuál era la esencia del maltusianismo, expresada de manera simple: que como los bienes no alcanzan para que la humanidad mantenga su ritmo, se necesitan pestes, guerras o desastres que provoquen su equilibrio.
Los de ahora no lo expresan así, prefieren decir que son nuestras generaciones más avanzadas, que por egoísmo se aferran a vivir, quitándole el chance a las generaciones más jóvenes. Y lo adornan diciendo que sería en beneficio de nuestros hijos y nietos. Pero en definitiva, preocupados por las economías, los negocios, las empresas, sistemas de salud, seguros. Piensan que si desaparecemos aumentarían sus beneficios. Pero, quién se lo garantiza.
Esos nuevos paladines olvidan que fueron los que hoy tenemos mayor edad, quienes les prepararon la plataforma y el andamiaje para que ellos puedan llegar hasta donde han llegado. Para que pudieran enriquecerse, incluso, sin los grandes esfuerzos y sacrificios que tuvieron que hacer los de las viejas generaciones.
Ellos tienen derecho a sugerir lo que consideren mejor para su bienestar. Pero muchos lucharemos por salvaguardar nuestro espacio vital. Vivir hasta que Dios lo quiera. Como mi mamá. Sin que nos lleven a otra forma de holocausto.
Por nuestra parte continuaremos haciendo, lo que ya hicimos. Luchar contra dictaduras, golpes de Estado. Para salvaguardar la dignidad y la soberanía nacional. Crear el andamiaje para que pudieran lograr lo que tienen. Y como ahora no podemos ver ese virus enemigo, sin necesidad de tomar de nuevo las armas, nos cuidaremos. Sobre todo cuando estamos advertidos por los que nos quieren desaparecer. Tal vez, cono expresó sabiamente un querido amigo: “PARA ELIMINAR LA COMPETENCIA”.