Y ahora, ¿qué vamos a hacer?

Y ahora, ¿qué vamos a  hacer?

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Solamente, para no ser exagerado, les decimos que el peso dominicano tiene un comportamiento de debilidad sistemáticamente, ocurrencia ésta que en el contexto o marco del Sistema Monetario Latinoamericano nos hace pensar que algo terrible pudiera pasar y no se sabe qué será necesario hacer para evitarlo. El Banco Central de la República Dominicana no tiene excedentes, es decir, el cuadro económico del país no está claro y ya está iniciado el proceso electoral muy a destiempo, y, todos desconocemos el desequilibrio financiero de la administración pública, pues son miles de millones de pesos que se deben y se ve a las claras una desaceleración de los ingresos fiscales, como un reflejo de la gran deuda en monedas extranjeras y en pesos dominicanos. Y si alguien no cree esto, que mire con qué facilidad se toman préstamos internacionales para poder hacer frente a los reclamos de los supervivientes de los pueblos que semanalmente visita el Presidente Medina, donde el trabajo de sus moradores casi ya ni existe, y en nuestras ciudades la delincuencia sigue arrogante por no tener oportunidad de empleo, por lo que se necesita una capacidad de diálogo inteligente con sindicatos, industriales y comerciantes, pues, apuntalar al Gobierno existente parece inviable, ya que la crisis económica y social requiere sinceros y honestos interlocutores. Es más que preocupante la caída del empleo y las ansias de aumento de los sueldos y salarios que no han sido aumentados en los últimos ocho años, por lo cual la productividad de los asalariados ha descendido hasta niveles insospechables, por lo cual, cada día que pasa nuestra moneda está más envilecida. Por tanto, hay que parar de un solo tajo el endeudamiento a todos los niveles y parar el proselitismo de los aspirantes políticos y abrir una nueva forma de gobernar con cero gastos innecesarios y sueldos astronómicos.

Hay que parar el endeudamiento lo más rápido que sea posible, si queremos seguir viviendo en un país genuinamente soberano porque, de no hacerlo ahora, ignoramos qué podremos hacer en lo futuro.

 

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