¿Y cuánto fue el monto del desfalco?

¿Y cuánto fue el monto del desfalco?

Es sumamente difícil calcular el monto de la malversación a la estatal brasileña Petrobras. Para algunos, el más grande saqueo de bienes públicos que conoce la historia latinoamericana sobre una empresa gubernamental.

Al principio, se pensó que sería cerca de 4,000 millones de dólares, pero algunos analistas dicen ahora que, podría llegar hasta los 45,000 y, cuidado si más.

Petrobras, que produce 2.54 millones de barriles de crudo diarios en sus 134 plataformas – 77 fijas y 57 flotantes – tiene 85,000 empleados. Carcomida por la red corrupta y, sin encontrar quién certifique sus estados financieros, pues los auditores en noviembre pasado se negaron a validar los mismos. La empresa ha visto derrumbarse su valor de capitalización en la bolsa de 126 billones de dólares a 37.

El sistema de investigación es simple y eficaz: un acusado de corrupción ve rebajada su pena si delata a otros implicados que, a su vez, se pueden acoger al mismo trato, con lo que el escándalo se ramifica al infinito.

El hombre clave es Paulo Roberto Costa, un ex director de la empresa que cumple prisión domiciliaria acusado de usar el esquema interno de sobornos en beneficio propio y para financiar al Partido de los Trabajadores ahora en el gobierno.

Costa indicó que los sobornos equivalían a 3% del valor líquido de contratos millonarios que Petrobras firmaba con diferentes empresas incluidas grande constructoras de la nación como son: Correa Mendes Júnior, OAS y Queiroz Galvao, Andrade Gutierrez y, la más conocida aquí, Odebrecht. Como se sabe, esta última está construyendo en el país las plantas de generación eléctricas de carbón en Punta Catalina.

Según el analista Antonio Jiménez Barca de Sao Paulo, en un artículo que publicó en el periódico El Pais de España de fecha 23 de noviembre del año pasado, “los ingredientes del caso son inconmensurables, contratos millonarios amañados de obras de construcción de refinerías sobrefacturadas, cuentas bancarias repentinamente vaciadas para que no sean embargadas, maletines de billetes que vienen y van, aviones privados llevando para acá y para allá sumas inmensas de dinero en efectivo. Además, varios de los mayores empresarios del país presos en el mismo penal acusados de sobornos, compartiendo cárcel y destino con unos de los mayores delatores, Alberto Youssef, el cambista de dinero, que todo lo cuenta y todo lo sabe”.

Así mismo, Martinoticias.com, un periódico digital de Cuba, señala que, “el gigante corporativo Odebrecht, una de las mayores empresas constructoras de Brasil – con presencia en Cuba- está involucrada en la investigación. Según ellos, las oficinas de esa empresa en Río de Janeiro fueron allanadas por la Policía Federal junto a otras ocho importantes corporaciones. Se movilizaron 300 policías y 60 agentes del área de fraudes de impuestos en seis estados brasileños, para cumplir 85 ordenes de capturas”.

El escándalo, que lo han bautizado en Brasil como Lava Jato – como una especie de lavadero de autos – está haciendo estragos en la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff. De hecho, desde diciembre para acá, su popularidad se ha visto caer en las encuestas, de 42% de aprobación hasta 23%. O sea, casi 50% de caída en sólo dos meses. Pues, se asegura que las cosas de Petrobras no son ajenas a la Rousseff. En el Gobierno de Lula, fue Ministra de Energía y Minas y posteriormente, presidenta de la Junta de Directores de Petrobras.

La experiencia de Lava Jato, debe ser aprovechada y recordada como una advertencia a los mandatarios latinoamericanos -que gozan aparentemente de una amplia popularidad- para entender y asimilar qué; si de repente, le explota un escándalo parecido al de Brasil, llevaría a cualquier mandatario, de la cima al desprestigio total. En un hipotético caso así, el supuesto apoyo de la población se diluiría y evaporaría como agua entre los dedos.

Así las cosas, la Rousseff, que hace algunos meses antes ganó nuevamente las elecciones presidenciales de su país, ahora se especula que ni siquiera podrá completar su mandato. Así de veleidosas y extrañas son las cosas de nuestra América.

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