El balance de las primeras 24 horas de la puesta en marcha de la “nueva dinámica de patrullaje” de la Policía Nacional, con la que pretende contener la desbordada delincuencia, pero sobre todo tranquilizar a una opinión pública alarmada por los hechos delictivos de las últimas semanas, fue definido como “satisfactorio” por su vocero, el general Máximo Báez Aybar: 73 personas detenidas “para fines de investigación”, y 39 motocicletas retenidas por falta de documentos, a las que se someterá a un proceso de depuración para determinar si han sido reportadas como robadas o si fueron utilizadas en algún hecho delictivo. A ese ritmo, en dos semanas la Policía habrá retenido tantas motocicletas “sospechosas” que no sabrá qué hacer con ellas ni dónde meterlas, pues aquí todo el mundo sabe, empezando por la propia institución del orden, que en las calles circulan miles de motocicletas sin papeles y no precisamente por culpa de sus propietarios, que de ninguna manera pueden ser considerados delincuentes o sospechosos de serlo por la irresponsabilidad de los importadores, pero también de los encargados de fiscalizar esas importaciones. También es muy poco probable, y eso también lo sabe la Policía, que con esa “nueva dinámica de patrullaje” se aprese a un número significativo de delincuentes, pues es tanta la alharaca cada vez que se lanzan esos operativos que lo que se hace es ponerlos sobre aviso, decirles que se recojan y se “enfríen” por un tiempo, que no será muy largo, hasta que pase el alboroto. Pero eso, en realidad, es lo de menos, porque de lo que se trata, como les dije al principio, es de tranquilizar a la opinión pública, que a juzgar por el escepticismo conque ha recibido el anuncio de este nuevo operativo parece que ya se convenció de que esos aguajes no son la solución a la delincuencia que a punta de pistola nos ha arrebatado la tranquilidad y el sosiego. Por eso será inevitable la pregunta, una vez concluya el show: ¿y ahora qué?