Y el artículo 30 nos golpea, tres años después

Y el artículo 30 nos golpea, tres años después

Corría el año 2009 cuando miles de mujeres elevamos nuestra voz. Ellos no nos escucharon. A pesar de las protestas frente al Congreso Nacional y los argumentos que se esgrimieron dentro y fuera de él durante casi dos años, los legisladores decidieron aprobar el artículo 30 del anteproyecto de reforma constitucional.

En enero del 2010, cuando el presidente de la República proclamó la Constitución, la sentencia fue dictada. Bautizado como artículo 37, se nos decía que: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte”.

La defensa a la vida sobre todas las cosas. Suena, en principio, muy bien. Pero la vida no   es en blanco y negro. En ocasiones  se viste de grises  y viene acompañada de mil tragedias. Son  ellas las  que nos obligan a pensar hasta qué punto el derecho a la vida en la concepción/embarazo puede ser más fuerte que la vida misma.

Esperanza, una joven de 16 años, con leucemia aguda y nueve semanas de embarazo, es el ejemplo de esto. Sus médicos, en principio, se negaban a darle la quimioterapia porque apelaban al artículo 37: no podían, porque no era legal ni ético, afectar la vida del feto. Querían esperar a la semana número 12, cuando el embarazo no se ponía en riesgo.

Al hacerlo, por la gravedad de la enfermedad, quien corría peligro era Esperanza. Es ahí cuando el artículo 37 se puede convertir en una triste condena de muerte: si los médicos se acogen a él, y apuestan al bebé por encima de la salud de la madre, llenaremos los cementerios de  muertes evitables. Hoy  Esperanza nos dice que urge que revisemos ese artículo. No podemos permitir otro caso así.

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