Cada vez que lo veía le preguntaba que a dónde iba. Por aquello de que “El Bacho va” me intrigaba saber -en medio de las risas- qué contestaría. El lunes, sin embargo, la respuesta fue una sentencia: se fue a la morada del nunca jamás.
Era 6 de noviembre, Día de la Constitución, una fecha que desde ahora será aquella en la que Raúl Pérez Peña se fue para no volver. ¡Cuántos mensajes pueden desprenderse de esa triste coincidencia!
Puede leer: Cuando la noche se viste de infierno
Que se despidiera ese día es un llamado a defender, como él lo hizo, la democracia y la constitucionalidad: ¡en nombre de ellas fue antitrujillista, militó en el Movimiento 14 de Junio y fue parte del frente guerrillero que luchó en las escarpadas montañas de Las Manaclas en 1963, lo que lo obligó a exiliarse! Regresó en 1965, cuando estalló la revolución, pero antes estuvo en Cuba donde luchó contra los remanentes de la dictadura de Fulgencio Batista.
En Cuba se hizo periodista y ejerció con integridad. Creía en la verdad y detestaba el olvido. De ahí su Museo de la Dignidad, en la Ciudad Colonial, que honra a los que lucharon por una República Dominicana mejor. Y es que “los ideales, ese ideal puro del que habla el himno (del 14 de Junio), no se han conquistado”, como dijo en Las Manaclas en diciembre del 2017. Gracias por tanto, camarada, te honraremos.