¡Y en primera página!

¡Y en primera página!

No sé cuántos años llevo denunciando las tramas que se llevan a cabo para introducir ilegalmente haitianos al país.

Los haitianos constituyen una mano de obra barata en la industria de la construcción, y por lo tanto sectores ligados a dicha industria señalaron esta semana que dicha situación no es otra cosa que “una fuerte competencia para la fuerza laboral de los dominicanos en el citado campo de la construcción.

Yo soy testigo presencial de esa denuncia. Desde hace unos años me he interesado en el asunto, hasta el extremo de que donde quiera que veo una construcción me detengo, hablo con los obreros y detecto de inmediato su nacionalidad, aunque solo de verlos sé su nacionalidad, ya que el negro dominicano auténtico tiene (si la tiene) muy poca sangre africana en sus venas.

El caso es que la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción hizo la denuncia, asegurando la penetración de la mano de obra haitiana en el país, lo que representa un auténtico peligro para la dominicana.

En una ocasión  aseguré que, después de varios viajes de estudio hechos en la frontera, mi alarma fue tal que no pude abstenerme de denunciar públicamente lo que había visto.

Hay lugares en que la línea fronteriza no es más que eso: una simple línea trazada en el mapa. La suerte es que los habitantes de uno y otro lado se llevan bien y sin  problemas.

Ahora, de  que exista complicidad entre autoridades y sectores de la industria de la construcción, es otra historia, pero que no puede ser tomada como una verdad incontrovertible.

Hay un punto. Si los empresarios dominicanos prefieren a los obreros haitianos, debido a que le pagan menos a éstos, violando la ley, ¿de quién es la culpa? A mi juicio la culpa  es de aquellos que permiten que la ley sea violada impunemente.

Y un país donde las leyes se violan, como se hace aquí, tiene que revisarse. ¡Y cuánto antes!

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