MARIEN ARISTY CAPITAN
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Sé que debo tenerlos cansados con el tema. Pero hay que insistir. De lo contrario, aunque quizás ahora no sirva de mucho, las autoridades gubernamentales nunca van a entender que hay una sociedad reclamando que se haga justicia. Tomando como testigo el analfabetismo integral que muestran muchos de los bachilleres que salen de los liceos, hay que repetir que no se puede seguir postergando la inversión en educación.

Pero se hará. La quinta revisión del Plan Decenal, presentada el martes pasado, así lo confirmó: “La idea es incrementar el gasto en educación general en un 2.00% del PIB en diez años, para alcanzar al final de los diez años un gasto en educación general del orden del 4.75% del PIB, al mismo tiempo crear la cultura de gestión que posibilite elevar los niveles de eficiencia en la ejecución de la inversión.

Superado o reducido el gran déficit histórico del sistema, el país estará listo en los diez años siguientes, esto es, entre el 2018 y el 2028, para consolidar un sistema educativo que ofrezca educación de calidad mundial para todos”. Leído este último párrafo, que está en la página 5 del documento, está muy claro que aquello de la voluntad política no es más que un mal chiste. Y es que, ¿puede tener voluntad aquel que aspira contar con una educación de calidad dentro de diez años? Ya lo dijo Luis Sánchez Noble en la presentación del Plan: la clase política nacional ha sido débil para enfrentar con firmeza y decisión los grandes problemas de la educación, ya que sólo se ha quedado en brillantes discursos. Así, no se avanza.