¿Y la justicia qué?

¿Y la justicia qué?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Es cierto, no hay nada nuevo bajo el sol excepto la Novena Sinfonía de Beethoven.

Leo “Las mil y una noches” desde hace más de 75 años y nunca me canso, sus relatos tienen tal actualidad que parecen crónicas del diario vivir.

Las redes sociales, para mí, son un excelente vehículo que sirve para mantenernos al tanto del estado de familiares y amigos y una invaluable fuente de información de noticias y comentarios de toda índole.

También, y no podía faltar un pelo en el sancocho, son las redes sociales un vehículo donde acomplejados, malvados, cobardes y perversos, vierten veneno mediante el mal uso de tan importante vehículo.

Si alguien pensaba que las redes no serían usadas de manera cloacal estaba equivocado. De todo hay en la viña del Señor.

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En un cuento de “Las mil y una noches” se relata la tragedia que le ocurrió a un rey, de cuyo reino no recuerdo el nombre, pero rey al fin, a quien lo convencieron de que su consorte le era infiel

El rey montó en cólera y, para no matar a la señora, la condenó a permanecer encerrada de por vida en una estrecha garita colocada en la esquina por la cual circulaba la mayor parte de los súbditos del reino.

El rey no escuchó las súplicas de su esposa y, como creyó la conseja, ordenó que todos los ciudadanos que pasaran por la plaza debían acercarse a la garita y escupir a la reina caída en desgracia.

Millones de escupitajos después, se determinó que la reina era una casta y virtuosa mujer. Reivindicada, volvió a ocupar su lugar al lado del rey. La mentira, el chisme, la maldad, imperó durante un tiempo.

Ahora me sorprende la facilidad con que hablan, dicen y maldicen personas que tienen programas vía Internet y muestran documentos que según ellos contienen pruebas de actos de corrupción de altos funcionarios.

Dicen los nombres de los funcionarios, de los testaferros, de los prestanombres. Hablan de frente. Sin frenos, como poseedores de la verdad.

Muestran papeles que aseguran avalan, respaldan las escandalosas denuncias.

Cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Santo Domingo, se decía “el rumor público, mueve la acción pública”.

¿Qué espera el Ministerio Público para iniciar investigaciones sobre los escandalosos actos de corrupción permanentemente denunciados?

¿Acaso hay gente intocable que hace, deshace y que siga la fiesta? ¿Acaso debe esperar el Ministerio Público que le estrujen en la cara los documentos que demuestran la corrupción?

Y si los dueños de esos programas son mentirosos, chismosos y difamadores, que se les apliquen las leyes. Este país no merece un bombardeo de hechos escandalosos con toda impunidad.

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