¿Y Los Derechos Humanos en Haití?

¿Y Los Derechos Humanos en Haití?

Durante mucho tiempo los “haitian lovers” despotricaron contra los empresarios “dominicanos” que trajeron, que traían, que traen haitianos al país para “explotarlos”. Por “explotación” se deben referir a las condiciones deplorables que existían en los bateyes (el campo dominicano es hoy otra cosa), o en otras actividades, como la construcción, por ejemplo.

Igualar el salario (la compensación completa, es decir, salario más beneficios marginales) de los haitianos (incluyendo a los ilegales) con la de los dominicanos, ¡esa es justicia! No obstante, ese no parece ser el problema. Los haitianos han alcanzado en gran medida la igualdad salarial (deben subsistir algunas diferencias) y, de hecho, en muchos casos ocupan puestos que defienden de los dominicanos. El problema es de absorción, de la capacidad de la economía dominicana de emplear mayor cantidad de mano de obra no calificada, de subsidiar los servicios sociales de los empleados y desempleados extranjeros, legales e ilegales, y de asimilar la indigencia de los abiertamente improductivos.

Los “haitian lovers”, sin embargo, nunca se quejaron mucho de los precios internacionales del azúcar, lo que hubiera permitido mejorar los salarios más fácilmente. Ni han llamado a un boicot a la compra de apartamentos, quizás porque la mayoría de ellos vive en uno de lujo, construido con trabajo “esclavo” (como la Casa Blanca).

Si de traer haitianos a trabajar la caña se trata, hubiera que remontarse a una época en que los ingenios eran americanos. Esa parte de la historia se salta. Y hay una historia todavía mucho más vasta y densa sobre el comercio de negros para trabajar en las plantaciones de algodón en EUA, y antes de eso la masacre de los indios en las minas de la metrópoli. Esa historia no es interesante ahora, ahora que los EUA y otros países centrales se han auto declarado paladines de los derechos humanos. Y, por supuesto, son quienes financian a los organismos de los “derechos humanos”, donde cobran nuestros flamantes “haitian lovers”.

Los ataques a los empresarios “explotadores” han disminuido porque, al parecer, hay un acuerdo con ellos para desplegar un cerco contra los dominicanos más pobres, que son a la postre quienes van a sufrir las consecuencias de la migración ilegal en los distintos plazos. (De pasada, piensen un instante sobre el efecto Trump sobre la denominada “basura blanca”) ¿Por qué no dejar las cosas como vienen? Van bien, y con el tiempo será cuestión de formalizar lo que se tiene. Los empresarios “dominicanos” ni van a los hospitales públicos ni comen harina frita. ¿Qué diferencia les hace lo que suceda en la calle? A cambio tienen en Haití un mercado sin regulaciones, que no es poca cosa. Si aquí se encuentran heces en el salchichón y no resulta ni siquiera en un jalón de orejas, pues aquello se traga cualquier cosa sin eructar. Para cualquier especulador eso no es poca cosa.

 Uno esperaría que quienes se expresan tan vivamente en contra de la explotación y a favor de los derechos humanos no solamente actúen consecuentemente en su propio territorio sino que por lo menos no se junten con quienes hacen otra cosa. Ahora tomemos un par de informaciones al azar. Dice Wikipedia: “Arabia Saudita es un país soberano de Oriente Medio ubicado en la península arábiga cuya forma de gobierno es la monarquía absoluta…La mayor parte de los derechos humanos y libertades fundamentales están prohibidos o seriamente restringidos en el país. Los actos homosexuales son condenados habitualmente con la muerte, las mujeres no pueden conducir vehículos y el derecho al sufragio femenino no se reconoció hasta el año 2011.”

Uno esperaría que con un país así los EUA no tuvieran ningún tipo de comercio. Más bien que le declararan algún tipo de bloqueo… Pues, ¡sorpresa!, resulta que el comercio entre EUA y Arabia Saudita fue de unos deliciosos 444 billones de dólares en 2015. ¿Dónde quedaron los derechos humanos?

Cuenta Peter Schweizer (Clinton Cash) de varios presidentes africanos destacados por los abusos que cometieron en contra de sus pueblos, al extremo del asesinato en masa. A algunos de ellos Bill Clinton los reconoció formalmente en su fundación como “grandes líderes”. ¿Derechos humanos? Uno esperaría, por supuesto, que los empresarios americanos no fueran a importar haitianos (o, para el caso, chinos) para llevarlos a explotar a territorio americano. Y ciertamente no lo hacen. Son más inteligentes: en vez de traer mano de obra a su país, o permitir que entre, ellos llevan su capital a los países donde los salarios son bajos. Y en estos lugares, ¿se respetan los derechos humanos? Cuenta Jacques Rogozinski (Mitos y Mentadas de la Economía Mexicana) que, en una reunión de trabajo en una agencia multilateral, se vio de repente atacado desde todos los flancos por funcionarios norteamericanos que le recriminaban que la corrupción y la violación a las leyes eran la causa de que la inversión extranjera no fluyera hacia México. El responde: – Por lo que ustedes alegan, deduzco que la inversión norteamericana irá hacia los países donde no hay corrupción y se cumplen las leyes. Respuesta: – Sí, claro. – ¡Ah!, por eso es que la inversión americana se va a China. Respuesta: Silencio.

Yo como que nunca he oído hablar a nuestros derecho-humanistas sobre los derechos humanos en Arabia Saudita, en África o en China. ¡Ah!, tampoco en Haití.

 

 

 

 

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