Y me perdonan

Y me perdonan

DARIO MELÉNDEZ
Es admirable como los órganos de opinión pública se hacen eco de proclamas demagógicas y de ideas absurdas que presentan como verdades de a puño. Una de esa ideas, el informe de la PNUD, que reclama una equitativa distribución de las riquezas en el país, se acepta como dogma bíblico. Cabria preguntar, al PNUD, dónde, en qué país, es equitativamente distribuida la riqueza nacional y cómo debemos los dominicanos conducirnos para lograr similares objetivos.

No tiene sentido hacer críticas y recomendaciones, basadas en un sistema artificial e inoperante como es la llamada macroeconomía o economía política -como se le define- que no ha dado resultado positivo en ningún país.

Si estamos equivocados que nos corrija el PNUD.

Todas las naciones que basan su política en la macroeconomía o riquezas manejadas por los gobiernos, enfrentan serias dificultades sociales y su opulencia se circunscribe a las grandes y altamente protegidas empresas multinacionales que mantienen en sus territorios, a costa de los mercados cautivos que imponen en el mundo subdesarrollado.

Con todo y los grandes negocios que a través de su imperial influencia establecen, las naciones desarrolladas mantienen millones de infelices por debajo del nivel de pobreza extrema.

En Estados Unidos -para sólo mencionar una de esas naciones- hay más de treinta y seis millones de desvalidos, muchos -como en la India- duermen y hacen sus necesidades en la calle. ¿Qué ejemplo pueden dar a las naciones pequeñas y pobres?

La pobreza sólo ha podido ser erradicada en países libres de impuestos, como Mónaco, Andorra y otros, donde el Estado no interviene en asuntos comerciales, ni carga a la población abrumadoras obligaciones sociales, para supuestamente distribuir recursos como pretende el PNUD, recursos que sólo sirven para mantener vagos que viven de la política y sólo se ocupan de estorbar al que trabaja.

Ha quedado demostrado que la riqueza se distribuye trabajando y produciendo bienes y servicios tangibles, que los pueblos intercambian libremente, sin que gobierno alguno los administre.

Recomendaciones como las que hace el PNUD, para ser acogidas, han de estar avaladas con ejemplo a seguir y no programas exóticos, que no han dado resultado ni en las llamadas naciones desarrolladas, porque todas mantienen legiones de indigentes a los cuales no socorren los pregonados programas sociales, que no son más que demagogia política, sin demostración alguna que acredite su viabilidad.

Con perdón del editorialista de HOY, el equilibrio social no se impone por decreto, se adquiere por libre iniciativa individual especialmente; todos los planes gubernamentales llevados a cabo por los gobernantes de este país, sólo han creado diatribas e intranquilidad social, privilegios grupales y retaliaciones políticas, que desconciertan la conciencia nacional y mantienen permanente intranquilidad social.

Lo que la República Dominicana debe tratar, es imitar naciones pequeñas, como la nuestra, que han buscado su bienestar en el trabajo libre y respetado, el fruto del esfuerzo individual reconocido únicamente a su legítimo dueño, donde el ciudadano es tenido como el verdadero propietario de la riqueza que produce, la cual se considera riqueza nacional y constituye los únicos bienes nacionales; el individuo, no la sociedad, es el único dueño de su destino.

La demagogia política, alimentada por ideas esotéricas e inoperantes, sólo sirve para mantener cáustica diatriba, desmedidas ambiciones de poder, sin aportar riqueza alguna; infundado afán de lucro expropiando bienes ajenos, para supuestamente distribuirlos entre desvalidos que el sistema crea y mantiene, para que voten por él; sin que se vislumbre un posible bienestar fruto de una población productiva, que se independice económicamente mediante el libre ejercicio de su industria y sana disposición de competir, en el mundo que exige y paga lo que necesita.

No son planes sociales los que permiten salir de la pobreza, se sale de pobre mediante la producción y el ahorro, ambos castrados pro los gobiernos mediante esótericos planes económicos que en ninguna parte del mundo dan resultados positivos.

Y me perdonan.

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