¿Y no cabe el curriculum?

¿Y no cabe el curriculum?

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Me sentí super bien cuando se decidió colocarle a la avenida que circunvala Bonao el nombre de Aniana Vargas. Imaginé también la gratitud de la familia de Aniana, de su hija y de sus nietos, la simpatía de sus compañeros de lucha de toda la vida con esa decisión y el sentimiento de «qué bien» de miles de personas que conocieron a Aniana Vargas y su vida dedicada al esfuerzo por una patria y nación con mejor suerte.

Cuando me dirigí a ver la avenida y el nombre que ostenta tuve que pasar varias veces porque no le veía nombre alguno. Hasta que alguien me hizo ver cuál era la avenida en cuestión y dónde estaba el nombre de Aniana Vargas.

Lo primero es que para leerlo hay que tener visión 20-20. Lo segundo, es que los letreros que indican que esa es la avenida Aniana Vargas, tienen más información sobre el síndico de turno que de Aniana.

Por si no pueden distinguirlo en la foto, el letrero dice: «Av. Aniana Vargas. Gestión Municipal 2002-2006. Lic. Alberto Marte, Síndico. Hacia una ciudad moderna». O sea, de 13 palabras y ocho cifras numéricas, el síndico se gastó 10 palabras y las ocho cifras en él, dejando para Aniana -la merecedora del homenaje-solamente tres palabras.

De hecho, Alberto Marte se homenajeó él mismo, se dedicó para sí el homenaje que era para Aniana Vargas. Decidió el señor síndico de Bonao, eternizarse él dedicándose prácticamente todo el letrero que solamente debió decir Avenida Aniana Vargas, y si algo más debería haber llevado debió haber sido sobre Aniana también.

Solo faltó que el síndico de Bonao colocara también su curriculum y sus aspiraciones políticas para las próximas elecciones para completar la «humildad» de este «servidor» público.

Pero parece que es como van a seguir las cosas, porque ya, cualquier señalización que se coloca, en cualquier ciudad del país, en cualquier calle o carretera, lleva consigo buena parte del curriculum del incumbente de lo que sea, más una arenga o una frase que le identifique, igualito a como lo hacen los bachateros en medio de la canción.

Aniana Vargas no merece semejante tipo de propaganda. Aniana Vargas fue única, ejemplar, y ejemplar deberían ser las cosas que se les dediquen. Si esa avenida se llama Aniana Vargas, lo que deben aparecer en cada esquina que toque dicha avenida es el Nombre grande de Aniana Vargas, a la altura de los ojos, a la altura del recuerdo de todos los dominicanos.

La Liga Municipal Dominicana y los ayuntamientos de todo el país, deberían mirar porque la propaganda de los síndicos se limiten a sus aspiraciones previo a las elecciones. Y si quieren propaganda durante su gestión, que la paguen por separado y no se la carguen a la ciudadanía.

UN PARADOR EN RUTA AL CIELO

Por lo que se observa en el anuncio, por lo que señala la flecha, se trata de un parador en el cielo o a mitad de camino entre este valle de lágrimas y el famoso reino del descanso azul y blanco. Porque además, fíjense que es un parador cristiano.

Siendo así, que nadie espere encontrar allá ningún tipo de carne de puerco boyando en grasa; ninguna tripita trenzada o mondongo a medio lavar (como le gusta a mucha gente) con su marisquito incluido. Ni eso de bofe tipo suela o tipo chicle; ni salami frito con rojo vegetal. Y mucho menos cabeza de chivo sancochada y con los ojos todavía aterrorizados y mirando al comensal.

Si usted cree que en ese parador cristiano se va a encontrar con empanadas rellenas de salchichón, fritas en aceite reusado; o con algún cocido de pata de vaca (de esas patas que todavía conservan el verde de la cosa aquella entre las pezuñas) recalentado por cuarto día; o cree que le servirán un guiso de rabo supuestamente de vaca, pero con sospechas de que se trata del instrumento del toro; si espera todo eso, mejor que no se detenga ahí.

En un parador con rumbo al cielo se sirven otras cosas, más sublimes, más angelicales, más a tono con el descanso eterno. Por ejemplo, allí podría encontrar blancas obleas servidas rodeadas de pétalos de rosa; delgadas lonjas de pan blanco con el agua más pura que laboratorio terrenal alguno pudo soñar jamás. También, natillas de maicena «a la nieve» con algodón dulce… bueno, no demasiado dulce.

Aunque no lo dice en el letrero, el parador en cuestión recibe reservaciones. Si le interesa puede hacerla a vidaeterna@hastanunca.com y allá le esperarán.

LA REVISTA MÁS CORTA DE VISTA

Todavía hay gente buscando «la revista», y no para leerla, precisamente. Pues se trata del marbete que indica que el vehículo que la lleva está en perfectas condiciones de funcionamiento, con todas sus luces, con un interior limpio y libre de peligro, con sus neumáticos en buen estado, con las herramientas necesarias para cualquier caso de emergencia, con el motor afinado y su tubo de escape (muffler) evitando contaminación y ruido hacia la atmósfera.

Pero además, significa que dicho vehículo -portador de «la revista»- tiene buen aspecto de carrocería, no presenta golpes como resultado de accidentes, bien sujetos los parachoques, la placa al día, los vidrios completos y bien transparentes, las cerraduras y manubrios en perfecto estado de funcionamiento para abrir, cerrar o asegurar, con sus cinturones de seguridad también en función y con los artilugios necesarios para en caso de accidente colocarlos a la debida distancia para advertirlo.

¿Y es cierto todo esto? Quizás cuando Trujillo funcionó. Lo de «la revista» es lo que más se parece a aquella situación durante la Segunda Guerra Mundial en la que los soldados, al principio, eran examinados meticulosamente por los médicos en el frente de guerra, principalmente la salud de los ojos. Pero cuando la cosa se puso superdura, que ya no había ni médicos, se encargaba a cualquiera para que viera uno por uno a los soldados. Este les contaba los ojos y los despachaba: «uno, dos, pase. ¡El próximo!». Y ese era todo el examen médico.

«La Revista» no tiene «re» ni de nota musical; y de «vista» es la de la vista más corta que se haya visto.

UN CEMENTERIO DE MASCOTAS

Díganlo ustedes, si esa venta de ornamentos que hay en la Carretera Duarte no parece otra cosa que un cementerio para mascotas.

Por lo menos esa fue siempre la impresión que me dio cada vez que pasé por ahí, hasta que me dio por preguntar. Y entonces me enteré que se trata de un puesto de venta de piezas ornamentales en piedra, mármol y otras rocas.

Pero de verdad que cada vez que pasaba por ahí pensaba en mi perro, Panda, y en la gata de mi casa, Bashe, ¡Dios los libre de mal! Y hasta tenía la intención a veces de persignarme y doblar la rodilla, pero la velocidad nunca me lo permitía.

Y hablando de eso. Yo no entonces si hay en Santo Domingo algún cementerio de mascotas. Realmente no lo sé. Y hasta lo dudo. Porque la gente dizque que ama muchísimo a sus mascotas, hasta que se enferman de algo y entonces los tiran a la calle a pasar todas las penurias del mundo.

Imaginen entonces lo que hacen con un animalito que se les muere. Nada, lo tiran al tanque de la basura envuelto en una funda de «La Sirena» o de «La Cadena» para disimular el paquete. ¡Y a buscar otra mascota se ha dicho!

En verdad que la relación entre nuestra gente y sus mascotas permite mucha información del supuesto amor que se les tiene mientras son juveniles o son animales todavía fuertes, juguetones, de pelo brillante y ojos vivísimos.

Y justo ahora me acuerdo de aquella perra Pastor Alemán que dejaron abandonada por vieja y enferma en el jardín del Palacio de Bellas Artes, sin el menor remordimiento y menos agradecimiento por los servicios y el amor recibido se semejante y fiel animal.

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