Y otras de arena

Y otras de arena

 TEÓFILO QUICO TABAR
Cuando decimos que hay falta de credibilidad, especialmente en la clase gobernante como en los diferentes estamentos dirigentes, es como consecuencia de lo que acontece en los diferentes aspectos de la vida nacional, porque casi todo lo que se dice y se hace, obedece a conveniencias circunstanciales, sin planes, estrategias o estudios realizados con criterio de presente y de futuro.

En la mayoría de las ocasiones se hacen para zafarse de algún atolladero o para salirse del blanco de ataque de determinados sectores hartos de promesas y palabras.

Pero a pesar de todo, la gente no solo quiere creer, sino que necesita creer. Creer en alguien o en algo. Alguien que le reviva su falta de fe y algo que le ofrezca esperanzas de que se acabarán las mentiras, los engaños y les ofrezca un aliento de que las cosas van a cambiar y le den un respiro a su desesperanza.

Todo el mundo quisiera creer en las cosas que se dicen y las que se hacen. Todo el mundo quisiera creer que en verdad se dicen porque obedecen a razonamientos lógicos y bien pensados y que las acciones que se llevan a cabo son sinceramente concebidas para que el país adelante y la gente viva mejor.

Todo eso quisiera la gente, pero cada día y a cada paso fluyen las acciones para que la gente, en vez de inclinarse a la creencia y cambiar su criterio acerca de los de arriba, por el contrario, aumentan sus criterios de que todo es una farsa y de que todo se hace por conveniencias de corte politiqueros, incapaces de ser sustentadas por mucho tiempo.

No se trata solo de si lo de la tormenta fue bien informado a toda la ciudadanía para que se tomaran las medidas de prevención requeridas en circunstancias especiales. Si se están repartiendo las ayudas de manera equitativa y sin partidarismo. No se trata de si los candidatos tienen que retirar los spots publicitarios de los medios. De si hay o no medicamentos en los hospitales. Si los 130 millones están o no están. Si la reelección es mala para unos pero buena para otros. Si la justicia aplica para todos. Si la austeridad es para el pueblo y aumento para los funcionarios.

Es que cuando se anuncian medidas, a pesar de lo que opinen algunos dirigentes de la cúpula generalmente comprometida y adocenada, la gente de inmediato duda de que aquello que se anuncia es verdad y de que sus efectos serán tal como se dicen, porque están acostumbrados a las mentiras y a los engaños.

Cuando se anuncian por ejemplo medidas para evitar que las arenas, grava, gravilla y todos esos derivados que se utilizan en la construcción, sean extraídos de los ríos, son pocos, pero muy pocos los que creen que eso va a ser duradero. Creen que eso va a durar lo mismo que han durado muchísimas otras cosas que se han anunciado, porque aquí todo depende de quienes están detrás del negocio y a cuales sectores beneficia o perjudica. Esa es la pura realidad.

Al día siguiente del anuncio de las medidas, se vieron muchos camiones volteos parados a lo largo de avenidas y carreteras cargados de esos productos extraídos de los ríos. Pero ya no se ven tantos, o casi ninguno. Eso quiere decir que en realidad, o se acabó la extracción o que se acabó la medida, y mucha gente se atreve a apostar por la segunda.

La única forma de restablecer la confianza y la credibilidad de la gente, es haciendo las cosas de acuerdo a lo que se ha dicho y haciéndolas de acuerdo a lo razonable, justo y equitativo. La gente no cree aunque quiere creer. Pero no por falta de fe, sino por falta de quienes cumplan con lo que han dicho o prometido. La gente no cree porque se ha vuelto incrédula en todo, sino incrédula en la cúpula dirigente, sobre todo gobernante, que lamentablemente no respeta ni siquiera lo que ellos mismos han prometido.

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