Y pensar que hace tan solo veinte años

Y pensar que hace tan solo veinte años

Teófilo Quico Tabar

En muchas ocasiones he tratado el tema de Venezuela, porque insisto, es un país con el que hemos tenido muchas similitudes, y estado ligados política y culturalmente. Por eso quiero recordar, que hace alrededor de dos décadas, se inició en el hermano país un proceso de debilitamiento y descrédito de los partidos, producto de escándalos de corrupción, contradicciones y aspiraciones fuera de contexto.
Los dos grandes partidos, Acción Democrática y el Socialcristiano Copey, entraron en procesos de descomposición inexplicables, teniendo dentro de sus filas, políticos de prestigio y experiencias. Dirigentes que se pasearon por toda América Latina dando charlas, pregonando la democracia, propiciando la consolidación de los partidos y la formación de dirigentes.
En ese proceso vivido por Venezuela, sectores de poder con influencias, y los entonces denominados grupos independientes, aprovecharon la situación, para, en vez de ayudar a la consolidación partidaria y estimular su saneamiento con leyes y otras acciones, contribuyeron militantemente a desacreditarlos, a dividirlos, y a desintegrarlos. Pero no solo eso, sino que comenzaron a competir tratando de heredar sus simpatías.
Creyendo equivocadamente que desapareciendo o disminuyendo los partidos tradicionales, ante el descrédito de muchos de sus líderes políticos, podrían dichos sectores heredarlos o sustituirlos, llegaron a influir enormemente, para que, en vez de candidatos presidenciales idóneos dentro de los mismos partidos, postularan independientes y hasta una reina de belleza. Que aunque con alguna experiencia en alcaldía o gobernación, no podían competir con otras figuras que creaban esperanzas en el sector popular.
Llegaron incluso al extremo de, en el momento en que intentaron sacar del poder por la fuerza a Hugo Chávez, en vez de buscar una figura política con apoyo de determinadas fuerzas populares, seleccionaron al jefe de los empresarios. Y la historia todo el mundo la conoce.
Porque no era fácil introducirle a un pueblo politizado y necesitado como el venezolano, que había visto a sus grandes partidos resquebrajarse, y que, aunque había una fuerte clase media y alta, existían como existen grandes contingentes de gente con la única esperanza de que alguien los ayude a salir de su situación, sustituir esas esperanzas por un jefe empresarial. Sin más que ofrecer, que eliminar subsidios y dádivas.
Chávez y el chavismo surgieron como contrapartida a la ausencia de los líderes políticos y sus partidos. No fue por arte de magia. Él se convirtió en la esperanza de los desamparados, porque ante la ausencia de los partidos, los que sustentaban el poder económico, o sea, a los poderes fácticos o sus representantes, se les hace difícil conectar con el populacho. Y el populacho, si no representa la mayoría, se acerca a la mitad,
Esa es la difícil situación que vive Venezuela. Un pueblo lleno de esperanzas y necesidades. Que se debate, entre continuar con lo que tiene, o que les traigan o les llegue un representante de sectores que muchos pueblos no acaban de percibir como solución a sus problemas, y se resisten. Lo he venido advirtiendo por más de 20 años.

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