¿Y qué es Gascue para ti?

¿Y qué es Gascue para ti?

Pues, muy pocas cosas, “yo nunca supe lo que era Gascue y hoy, yo acabo de vender 20 llaveros fosforescentes” eso me importa a mi” me dice un simpático vendedor que acaba de liquidar su mercancía a algunos transeúntes habituales a la esquina.

Estos no son de aquí, esperan la hora de salida de una de esas “universidades” de Gascue. ¡Porque muchos de los que sufrían por Gascue, ya no están¡ los que transitan por sus calles no son de ese viejo barrio, que sucumbió frente al movimiento inmobiliario. Éste, después de expandirse en la ciudad, vuelve hacia el centro urbano, “vendiendo ventajas que provoca la centralidad urbana” primero en solares veraniegos de buen tamaño, después no importó el tamaño, creó caos en el tránsito, no  valió ni “normativa”, ni compasión. Gascue desapareció, sin resistencia.

Fueron las grandes casonas primero, las más pequeñas después y finalmente el cambio en el uso del suelo, promovido desde el Ayuntamiento, que terminó por sustituir las casonas por colmados, oficinas, recintos universitarios, centros de salud. Lo peor quedaba por venir: los salones de belleza y centros de salud eran disfraces para centros de masajes, centros de encuentros, discotecas. Hoy Gascue es paso de rutas del transporte público, guaguas y guagüitas transitan sus calles, evidentemente infernales. Gascue, su morfología, su estructura, su densidad original no estaba “lista” para tales transformaciones.

Hoy se combinan las paleteras en todas las esquinas y las ventas improvisadas desde cualquier casa: la recesión también afecta los hogares del lugar. Lo que prevalece hoy, en un ensanche construido en los años treinta, es la heterogeneidad; torres de cuatro pisos, con torres de doce, negocio redondo para los que compraron con restricciones de densidad y lograron con el famoso “lobby de la Sala Capitular” cambiar y aumentar esas densidades. Dichosos compradores que con solo algunas habladurías y componendas de pasillo, se embolsillan plusvalía urbana sin “sudar la gota gorda”. Un día, sabremos entonces, lo que seguramente está ocurriendo con los ya casi liberados terrenos de la Embajada de los Estados Unidos, que pronto se mudará. ¿Qué será de Gascue entonces?

Recuerdo el viejo Jaragua y su solemne estatura, era un hito urbano y  testimonio de una época,  el Jaragüita, que sucumbió frente a las mandarías desmemoriadas en una noche como la casa del poeta Mieses. Todo  Gascue siguió, ya no es tiempo de  nostalgia, hay que ordenar el desorden creado porque es grande como un condensado de lo que hay a sus alrededores.

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