¿Y qué le viene pasando al dólar?
¿Qué factores determinan la declinación del dólar de EEUU?

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El mundo está preocupado por la fuerte caída que ha venido sufriendo el dólar en los mercados internacionales. Ahorristas de todo el mundo siguen con atención los vaivenes del billete verde, que alcanzó ya su nivel más bajo en más de 20 años frente a la libra esterlina y ha perdido terreno frente a otras monedas fuertes y consideradas de referencia en los mercados internacionales, como  es el euro. Por ello, muchos nos preguntamos qué le estará pasando a la moneda que tradicionalmente ha sido considerada como una de las más fuertes en los mercados internacionales y un refugio seguro a la hora de protegerse de la inflación.

Desde 2002, con oscilaciones, el dólar inició un descenso importante, obligando a la mayor parte de los expertos a considerar que se agravará en los próximos años.

La declinación despegó después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y se acentuó a partir de 2004. Así, existe un encadenamiento causal claro entre la decadencia económica norteamericana y la tentativa desesperada de sus dirigentes por frenarla a través de una sucesión de victorias militares en Asia Central y Medio Oriente. Si esa estrategia hubiera sido exitosa la superpotencia controlaría hoy la mayor parte de la franja eurasiática que se extiende desde los Balcanes hasta Pakistán atravesando Turquía, la cuenca del mar Caspio, Irak, e Irán (dominando así el 70% de los recursos petroleros mundiales). Ese hecho le habría permitido asegurar su hegemonía financiera internacional, simbolizada por el reinado universal del dólar. Pero la aventura fracasó y hoy los norteamericanos están empantanados en Irak y Afganistán mientras se reduce su influencia sobre Eurasia.

La guerra de divisas

La guerra de divisas es una hipótesis que afirma que muchas maniobras internacionales tienen lugar para apoyar el actual sistema de moneda fiduciaria. Este sistema se apoya en la importancia del dólar estadounidense, basado en el hecho de que los precios de muchas mercancías primarias de exportación, como la energía, el petróleo y el gas, se denominan en dólares. Debido a que muchos países guardan grandes cantidades de dólares como reservas, éstas pueden usarse para comprar estas mercancías sin la necesidad de conversión de divisas. Si la denominación de sus precios se cambiara a otra divisa, por ejemplo el euro, muchos países venderían sus tenencias de dólares causando un desplazamiento de las reservas a euros, debilitando aun más la estructura del dólar.

De esta manera, hoy se defiende la idea de que si la emisión de dólares no está referenciada a una mercancía como el oro, los Estados Unidos podrían llegar a colapsar, porque la hegemonía del dólar no se mantendría. Después de 1971 el dólar ya no era la moneda de una superpotencia económica ascendente sino dinero-papel emitido por una economía que iba perdiendo competitividad y cuya producción petrolera había entrado en declive. Sin embargo su consumo siguió creciendo y, en consecuencia, sus importaciones, lo que la convirtió en el principal mercado internacional. Europeos, japoneses, sudcoreanos y chinos encuentran en los compradores norteamericanos clientes cuyo volumen general de demanda no puede ser remplazado.

Factores del declive

El anuncio de que China alcanzó una cifra récord en sus reservas en 2005 fue un golpe para la estabilidad del dólar. Pero la debilidad del dólar va más allá de estos comentarios. Tiene causas más estructurales. Entre ellas se citan el déficit de la balanza comercial, la reducción del saldo de los beneficios de negocios en el exterior, el déficit de cuenta corriente y el creciente déficit fiscal. En primer lugar el déficit comercial que fue creciendo desde cifras relativamente modestas a mediados de la década de 1970 hasta superar los 700 mil millones de dólares en 2005. Estados Unidos importa (compra) más bienes y servicios de los que exporta (vende), debido más que nada al alto poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses que demandan cada día más productos extranjeros.

Esto hace que el déficit comercial represente el 4.5% del Producto Interno Bruto (PIB). El déficit comercial no es nuevo, se remonta a la década de 1990, pero hasta el momento las consecuencias sobre el dólar habían sido fáciles de controlar gracias a la fuerte demanda de dólares por parte de inversores extranjeros ávidos por activos estadounidenses como los bonos, las acciones, los fondos mutuos, las inversiones en bienes raíces.  Un segundo indicador de deterioro es la reducción del saldo de los beneficios de negocios de norteamericanos en el exterior contra los beneficios de extranjeros en los EU.

En el pasado, ese saldo compensaba en parte los déficits comerciales, pero en 2006 y por primera vez en 90 años esa cifra fue negativa. Hoy, con un mercado bursátil no tan eufórico como hace una década, la demanda de dólares es menor, lo que vuelve a la moneda  más débil. En tercer término y como resultado de la evolución de los indicadores anteriores, el déficit de cuenta corriente de la Balanza de Pagos ha crecido vertiginosamente. De unos 140 mil millones de dólares en 1997, 417 mil millones en 2000 hasta más de 870 mil millones en 2009. Dicho déficit representa hoy cerca de 6% del PIB, cifra récord en la historia económica norteamericana.

Un cuarto indicador es el crecimiento del déficit fiscal, que pasó de US$2,800 millones  en 1970 a 74 mil millones en 1980, 236 mil millones en 2000 para alcanzar el tope en 2008 con unos 459 mil millones (3.2% del PIB). De este modo, si bien se estima que el déficit deberá reducirse hasta 536 millones en  2014, posiblemente supere la cifra de 2,000 millones en 2009. Por ello, es notorio que la decadencia productiva de EU ha sido compensada con una avalancha de déficits y deudas que financian la necesaria expansión del mercado de ese país. Aún esa realidad, el país mantiene altos niveles de gastos (28% del PIB), producto de la interminable guerra en Irak y en gastos de seguridad interna, derivada de la lucha contra el terrorismo, considerando además la política de reducción de impuestos, heredada de Bush.

La economía de EU vive la crisis de la reciente burbuja especulativa basada en malos negocios inmobiliarios, la más grande de la historia. Ante ello, inundó la economía con créditos baratos y redujo los impuestos de los ricos (considerando también la expansión de los gastos militares). Pero la prosperidad no ha vuelto todavía. Lo que ha tomado un fuerte impulso, en cambio, son el déficit fiscal y el endeudamiento público.

Han intentado detener su declinación expandiendo el consumo y alentando una agresiva política exterior que le pudiese generar retornos. Pero esa doble apuesta se vio acorralada por su propia debilidad estructural, en la acumulación de deudas de todo tipo y de reservas en dólares de chinos, japoneses y europeos. Un dólar más débil, o lo que es lo mismo, un euro más fuerte, vuelve menos competitivas las exportaciones europeas, es decir, los productos y/o servicios europeos se vuelven más caros frente a los estadounidenses. Lo mismo ocurre para los países asiáticos. La baja del dólar perjudica a los países asiáticos que tienen la mayoría de sus reservas internacionales en esa moneda, porque las reservas cada día valen menos.

De todos modos, un dólar débil mantiene contentos a los exportadores estadounidenses al volver más competitivos (baratos) sus productos en el exterior. Es una herramienta directa para financiar el déficit comercial, es decir, lograr incrementar las exportaciones para que logre cubrir la brecha negativa que generan las mayores importaciones de bienes y servicios. Al mismo tiempo, si la economía de EE.UU. continúa gastando al mismo ritmo que lo viene haciendo ahora, el déficit fiscal seguirá incrementándose, y con él, el déficit comercial, todo lo cual acentuará aún más la debilidad del dólar.

La cifra

1.51 representó la tasa de euro  por dólar récord en el mercado internacional en  2008. Estimaciones  dicen  la declinación del dólar mostrará que una modesta recuperación en 2009, al proyectarse una relación  1.40 euros por dólar.

Zoom

Tranque  reservas

El dólar recibió su más reciente golpe en los mercados internacionales cuando China alcanzó la cifra récord de los mil billones en reservas internacionales en dólares, empezando a considerar la libertad de diversificar su cartera con otras divisas, entre ellas, el euro o el yen japonés. La noticia cayó como un balde de agua fría para los inversores debido a que China posee más del 70% de sus reservas internacionales en dólares, la más grande del mundo, y un cambio en su política podría significar una venta masiva de dólares. También los Emiratos Árabes Unidos, la segunda economía del mundo árabe, y señales ya dadas por países como Suiza, Rusia y Venezuela, han dado indicios de que, con el tiempo, reducirían sus tenencias de dólares.  Irán,  el cuarto productor de petróleo del mundo, sugirió la posibilidad de facturar en euros sus despachos  de crudo,  cotizados en dólares.

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